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miércoles, 17 de octubre de 2012

Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez- A 45 años de su publicación


primera edición de Cien años de soledad- (c) Araceli Otamendi -
Archivo: Revista Archivos del Sur

(Montevideo) Magda Lago Russo


“El secreto de la felicidad es hacer sólo aquello con lo que uno disfruta”.G.G.Márquez


Cien años de soledad es una novela del escritor colombiano y Premio Nobel de Literatura en 1982, Gabriel García Márquez. Elige para ese momento como tema musical el Intermezzo Interrotto de Bela Bartok. Su discurso de agradecimiento es un canto de amor a América Latina. Entre otras cosas dijo:
“Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de la Letras. Todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíbles nuestra vida. Éste es el nudo de nuestra soledad”. Considerada "Cien años de soledad” una obra maestra de la literatura hispanoamericana y universal, es una de las obras más traducidas y leídas en español. Fue catalogada como una de las obras más importantes de la lengua castellana durante el IV Congreso Internacional de la Lengua Española celebrado en Cartagena de Indias en marzo de 2007. La novela fue escrita por Gabriel García Márquez durante dieciocho meses, entre 1965 y 1966 en Ciudad de México, y se publicó por primera vez a mediados de 1967 en Buenos Aires. La idea original de esta obra surge en 1952 durante un viaje que realiza el autor a su pueblo natal, Aracataca, en compañía de su madre. En su cuento Un día después del sábado publicado en 1954, hace referencia por primera vez a Macondo, y varios de los personajes de esta obra aparecen en algunos de sus cuentos y novelas anteriores.
García Márquez es un representante del llamado “Realismo Mágico.”
Desde 1955 se ha usado el término Realismo Mágico con creciente frecuencia para describir la literatura latinoamericana escrita después de la segunda Guerra Mundial.
La falta de una definición uniforme de estos términos preocupa a algunos críticos y en el Congreso del Instituto de Literatura Iberoamericana de agosto de 1973 se discutió este punto, dado que se reconoce como inicial de esta corriente literaria o movimiento, al año de 1925, con la publicación de Franz Roh: “Post-impresionismo, realismo mágico y problemas de la nueva pintura europea”
El realismo mágico (también llamado lo real maravilloso) hace posible que la objetividad de la vida material se vea matizada por la subjetividad de la fantasía. Lo insólito da lugar a una atmósfera mágica que atenúa la miseria social y humana, de forma que lo mágico subraya la dureza y desajuste de la realidad, la violencia que domina la vida cotidiana.
El paralelismo entre algunas circunstancias biográficas de García Márquez con algunos elementos de Cien años de soledad resulta evidente.
En un comienzo, pensó en titular su novela La casa, pero se decidió por Cien años de soledad para evitar confusiones con la novela La casa grande, publicada en 1954 por su amigo, el escritor Álvaro Cepeda Samudio. La primera edición de Cien años de soledad fue publicada el 5 de junio de 1967 por la editorial Sudamericana de Buenos Aires a donde fueron enviados los originales por correo divididos en dos partes, porque debido a las dificultades económicas del escritor no pudieron pagar el primer envío.
El libro se compone de 20 capítulos no titulados, en los cuales se narra una historia con una estructura cíclica temporal, ya que los acontecimientos del pueblo y de la familia Buendía, así como los nombres de los personajes se repiten una y otra vez, fusionando la fantasía con la realidad. Se relata el origen, la evolución y la ruina de Macondo, una aldea imaginaria que había hecho su aparición en las tres novelas cortas que su autor había publicado con anterioridad. Estructurada como una saga familiar, la historia de la estirpe de la familia Buendía se extiende por más de cien años, y cuenta con seis generaciones para hacerlo. La crónica acumula una gran cantidad de episodios fantásticos, divertidos y violentos, y la de Macondo, desde su fundación hasta su fin, representan el ciclo completo de una cultura y un mundo. El clima de violencia en el que se desarrollan sus personajes es el que marca la soledad que los caracteriza, provocada más por las condiciones de vida que por las angustias existenciales del individuo.
Durante la novela, todos sus personajes parecen que están predestinados a padecer de la soledad, como una característica innata de la familia Buendía.
El pueblo mismo vive aislado de la modernidad, siempre a la espera de la llegada de los gitanos para traer los nuevos inventos; y el olvido, frecuente en los acontecimientos trágicos recurrentes en la historia de la cultura que presenta la obra. que la soledad está presente en todas las generaciones. El suicidio, el amor, el desamor, la traición, la libertad, el rencor, la pasión, el acercamiento hacia lo indebido, entre otros, son temas secundarios que a lo largo hacen que Cien años de soledad sea una novela que cambia la perspectiva de muchos.
El espacio novelesco es el universo mostrado por el narrador, en el cual transcurren los acontecimientos. Macondo nace y muere en la obra, en donde se incluyen los personajes y en el cual se observa que todo lo que ocurre externamente es menos denso y consistente dentro del relato.
Finalmente el ritmo narrativo le imprime a la historia un dinamismo que se complementa con el tono. En pocas palabras el narrador cuenta muchas cosas, condensando la información y mostrando los detalles esenciales de la historia. A pesar de estar ubicada en un marco histórico reconocible, la historia parece estática ya que ocurren acontecimientos que se repiten en forma cíclica una y otra vez. Gabriel García Márquez dotó de cierta personalidad a los personajes que aparecen al principio de la obra, personalidad que se ve reflejada en cada nuevo personaje que nace y adopta el mismo nombre de su antepasado.
Desde su publicación en 1967, Cien años de soledad ha sido objeto de múltiples críticas e interpretaciones desde diversas culturas a las cuales ha llegado esta obra.
En el ámbito latinoamericano, el escritor y Premio Nobel de Literatura peruano Mario Vargas Llosa afirma que Cien años de soledad es «una de las obras narrativas más importantes en nuestra lengua» y destaca la ambición del autor por crear «un mundo vasto, aprisionando tantas cosas y tan diversas dentro del espacio novelesco»; el escritor uruguayo Mario Benedetti calificó en 1972 a Cien años de soledad como «una empresa que en su mero planteo parece algo imposible y que sin embargo en su realización es sencillamente una obra maestra. Por su parte, el escritor chileno y ganador del premio Nobel de Literatura Pablo Neruda llamó a esta obra «El Quijote de nuestro tiempo».
Uno de sus principales críticos en la edición inglesa es el escritor y periodista norteamericano Norman Mailer, quien afirmó que en este libro Gabriel García Márquez “creó cientos de mundos y personajes en una obra absolutamente sorprendente”
Como el propio novelista explica: “Quise dejar constancia poética del mundo de mi infancia, que transcurrió en un casa grande, muy triste, con una hermana que comía tierra y una abuela que adivinaba el porvenir, y numerosos parientes de nombres iguales que nunca hicieron mucha distinción entre la felicidad y la demencia”.
Lo que sí es cierto es que los recuerdos de su familia y de su infancia, el abuelo como prototipo del patriarca familiar, la abuela como modelo de las “mamas grandes” civilizadoras, la vivacidad del lenguaje campesino, la natural convivencia con lo mágico... aparecerán, transfigurados por la ficción, en muchas de sus obras ( La hojarasca, Cien años de soledad, El amor en los tiempos del cólera ...) y el mundo caribeño, desmesurado y fantasmal de Aracataca ( su pueblo natal)se transformará en Macondo.
Macondo era una imagen de América Latina, aunque pertenece a Colombia, bien podía ser cualquier pueblo en cualquier lugar del mundo.
Es un lugar ardiente, cenagoso, fuera del tiempo, arruinado y lleno de historias fantásticas.
Contar Macondo era una tarea imponente porque es un lugar mitológico. Todo allí es posible: seres mas que centenarios, varones que procrean gozosamente hasta la ancianidad, apariciones y diálogos con espíritus, alfombra que vuelan, ascensiones en alma y cuerpo al cielo, monstruosidades y destrucciones sobre-naturales.
Pero este mundo de realidades mágicas se ve afectado cuando entra el mal en Macondo, las guerras civiles y la fiebre del banano solo traen desgracias y muertes. Así, lo imaginario y lo real se enlazan con la historia de Colombia y con los males que afecta a toda Latinoamérica. El punto de vista del narrador es aparentemente omnisciente. Sin embargo, cuando se descubre la existencia de los manuscritos, se revela también que todo el relato está realizado desde la perspectiva de Melquíades, personaje que reúne las características del trashumante y el mago.
El relato adopta una apariencia virtualmente lineal, apenas hay una moderada retrospección en las primeras cien páginas cuyo eje es el momento en que "años después, el coronel Aureliano Buendía enfrenta el pelotón de fusilamiento", escena que débilmente despista al lector porque el coronel no muere en esa ocasión. Pero en realidad el tiempo de la novela no es sucesivo o cronológico, sino cerrado. El presente, el pasado y el futuro pueden ser narrados en un tiempo a cualquier tiempo por el narrador, porque el objetivo es narrar cada uno. Por eso, el tiempo en Cien años de soledad es circular. La novela tiene una declaración que se desarrolla y explica de manera lógica, que ninguna otra explicación puede ser posible. La manipulación del tiempo y creación de un sistema total no permite la medida de tiempo en una concepción lineal.
El pasado se repite en el presente y el futuro es previsible porque, de alguna manera, ya ocurrió. El tiempo no existe en Macondo, está congelado.
Ursula es el personaje que tiene la mas clara conciencia de vivir en una dimensión intemporal, propia de los sueños: cuando José Arcadio Segundo concibe el loco proyecto de establecer un sistema de navegación, el comentario de Ursula es " ya esto me lo se de memoria". Es como si el tiempo diera vueltas en redondo y hubiéramos vuelto al principio (como la historia de la humanidad, quien comete los mismos errores una y otra vez). En otra ocasión, cuando Aureliano Triste expone su plan para instalar un ferrocarril " que era descendiente directo de los esquemas con que José Arcadio Buendía ilustró el proyecto de la guerra solar Ursula confirmó que el tiempo estaba dando vueltas en redondo"
La acción concentra la espesa historia de Macondo en un tiempo inmóvil, donde mil cosas pasan y mil cosas vuelven, y sostiene la presencia de varios protagonistas, que se alternan en el primer plano y el trasfondo temporal, sin perder en ningún momento la tensión narrativa. Ese en uno de los prodigios de la novela, la manera cómo el autor ha enlazado las fastuosas aventuras de sus múltiples personajes sin dejarse un respiro y, a la vez, sin hacerles perder su individualidad
Es una obra que a pesar de haber cumplido cuarenta y cinco años de publicada,, continúa llamando la atención del lector que no la ha leído y a veces reclama ser leída nuevamente, en otra etapa de la vida.
(c) Magda Lago Russo
escritora
Montevideo - Uruguay

Bibliografía

“Cien años de soledad” – Gabriel García Márquez. Bogotá - 1988.

Análisis Literario.com

García Márquez o el arte de contar – Ricardo Guillón.


2 comentarios:

Abel Espil dijo...

Gabo vive para nosotros sus lectores.
Gabo ama a Mecedes , como así también ama la vida.
Leerlo a Gabo es no solo un placer orgánico , espiritual y creativo.Leerlo a Gabo es querer aprender a escribir y en sus notas periodisticas de todo el mundo, nos encontramos con el hombre de carne y hueso.Pero que distinto es Gabo en sus libros.Deja de ser hombre para convertirse en el faro de un universal TALLER LITERARIO , en el cual todos los que amamos la palabra, le encontramos los secretos del bien decir y el del bien contar. Yo sé , que algun día alguien me dira que Gabo no esta mas junto a nosotros y me he de reir tanto porque Gabo son los hombres que nunca se van porque siempre están viniendo a nosotros.
Abel Espil

Araceli Otamendi dijo...

muy bueno el comentario, Abel, ¡gracias!