Acerca de Araceli Otamendi, escritora y directora de Archivos del Sur

lunes, 16 de febrero de 2009

Cerámicas de Sara Mrad en el ECUNHI

SE INAUGURÓ, EN EL ECUNHI, LA MUESTRA DE ESCULTURAS DE SARA MRAD, MADRE DE PLAZA DE MAYO-TUCUMÁN

Las Madres de Plaza de Mayo compartieron, este sábado 14, la inauguración de la muestra de esculturas de su compañera, Sara Mrad, en el Espacio Cultural Nuestros Hijos. De esta manera, el ECuNHi tiene el honor y el placer de recibir y exponer los trabajos en cerámica de una de las Madres, de la filial Tucumán.

La muestra, que permanecerá abierta hasta el 14 de marzo, con entrada libre y gratuita, reúne la producción de Sara, de notable calidad artística, no sólo desde el lugar de la técnica sino también del proceso colectivo de elaboración.
Sara, notablemente emocionada, dejó inaugurada la exposición con palabras de agradecimiento: “Quiero agradecerles a mis compañeras y sobre todo a Hebe que me ha llamado y me ha invitado para estar acá con mis trabajos, que la verdad es que nunca me hubiese imaginado de tener una actividad así en este lugar, porque... bueno, una vive en el interior y a bastante distancia y es como que solo puede venir en algunos momentos del año para participar de alguna actividad acá. Pero de pronto estar acá y sobre todo con mis compañeras, con las Madres que me están acompañando realmente es un momento muy importante”.
Luego, explicó el valor histórico y social de la cerámica y de su materia, la arcilla: “Yo trabajo fundamentalmente en cerámica, la cerámica tiene como materia la arcilla y la arcilla es la materia más antigua que ha trabajado el hombre y que ha incidido en todo lo que es el arte y la ciencia también. A veces no nos damos cuenta pero la cerámica está presente hasta en las coronas de los dientes postizos. Es increíble, pero ocupa los lugares más extraños, los aislantes, las luces son de materiales cerámicos, la construcción de las viviendas, hacer ladrillos, los azulejos, La cerámica tiene una muy amplia aplicación. Y sobre todo, inicialmente los pueblos primero trabajaron la arcilla en crudo, haciendo grandes figuras, esculturas porque todavía no conocían que podían pasarla por le fuego y que así se hacía más dura, más resistente. Una vez que aparece y se descubre que la arcilla puede pasar por el fuego haciéndose más resistente, la cerámica se convierte en contenedora. Aparte de ser utilitaria, de ser funcional, contiene. Primitivamente el hombre la ha trabajado para una contención, si se quiere virtual, porque las estatuas, las figuras que se encontraban eran figuras de dioses, de agradecimientos por momentos espirituales. Después fue, al pasarla por el fuego contenedora de alimentos, pero también sigue siendo contenedora de cultura, contenedora de espiritualidad. Todo lo que el hombre necesita. Por eso amo la cerámica y es el único material que yo trabajo, otros materiales pueden ser un accesorio”.

Ante la presencia de las Madres y del público presente, Sara analizó, además, la diferencia que desde ciertos ámbitos se hace sobre el arte popular: “Durante mucho tiempo, así como los pueblos la trabajaron, la cerámica se convirtió en el arte popular más importante, en las elites culturosas de todo el mundo hacer cerámica era hacer arte menor. Porque pareciera ser que el arte se divide en mayor y menor. Y que si es popular es menor y si es de un gran artista es mayor. Entonces, quién puede juzgar y decir que hay un arte mayor o menor. Los que amamos el arte popular, sabemos que viene plasmando todo aquello que tiene que ver con la realidad de los pueblos, todas las vicisitudes de las personas, sus luchas, sus amores, sus desencuentros, lo que sufre o lo que la hace feliz, eso muestra el arte: la realidad de los pueblos.
Entonces, un arte popular para nosotros, que estamos además en esta lucha, es el arte más importante”.

Allí, frente a muchas de sus producciones, Sara explicó algunas cuestiones referidas a las técnicas con las que realiza sus esculturas: “La cerámica tiene sus secretitos, básicamente trabajamos con arcilla, hay diferentes tipos de arcillas, diferentes colores, de acuerdo al lugar que se la extraiga. La arcilla que más sirve para trabajar de esta manera, o para trabajar como lo hacen los pueblos originarios es la arcilla roja o la arcilla blanca. Nosotros decimos, además, que es un arte-ciencia porque uno tiene que saber cuáles son los elementos que traen, los pueblos lo vienen descubriendo de a poco en las investigaciones que hacía, pero tenemos que saber de dónde provienen: si es roja porque tiene mucho oxido de hierro, si es blanca porque no está contaminada, si es verde, porque tiene óxido de plomo. En fin, son un montón de secretitios que uno va aprendiendo en la medida que va trabajando el material. Fundamentalmente se trabaja con tres técnicas, que una es hacer chorizo como para los ñoquis e ir levantando la
escultura, otra es la técnica de hacer estirado de planchas e ir armando la escultura con esas planchas, y otra, que es la que a mí me gusta trabajar, que se amasan pedazos de bloques de arcilla y desde ahí se va sacando y poniendo, de acuerdo a lo que uno quiera ir haciendo”.
“El proceso de armado de la pieza puede ser corto, quizá en una semana esté lista, pero el proceso en el que hay que ser cuidadoso es el de secado, porque hay que secarlo directamente porque sino la figura se puede romper, se puede desarmar. Una vez que está bien seca, va al horno. Una vez horneada, se retira, se esmalta con elementos que también vienen de la naturaleza: diferentes pigmentos o diferentes óxidos. Se pinta y vuelve al horno, o sea que lleva dos horneadas dentro de lo que es este proceso. Para la gente que somos ceramistas de alma, nos interesa la parte de la técnica que uno va aprendiendo mientras lo va trabajando, pero también nos interesa mantener toda esa cosa de la espiritualidad que tenían los pueblos al trabajar. Esto de reunirse, formar grupos, de no trabajar en forma individual, que los lineamientos estéticos los defina el grupo, la funcionalidad no era utilitario, sino funcional: cumplía una función para cubrir ese momento o esa necesidad del hombre y, por supuesto, no era comercial porque se lo hacía para cubrir las necesidades de la población”, enumeró esta Madre de Plaza de Mayo, de enorme talento para el arte.

Por último, antes de que la emoción vencieran a las palabras, Sara se refirió a ese proceso colectivo de producción: “Yo empecé a hacer cerámica en el año 81 en un taller y nos inculcaron todo esto: de compartir el hecho creativo, que no es una cosa individual y personal sola, es del grupo. Y siempre continuamos con ese concepto, de además de profundizar la técnica continuar con esta cosa de espiritualidad, de grupo, porque además tenemos en la conciencia que todo tiene que ser para la grupos. Para nosotros es muy importante lo colectivo como lo es importante para las Madres. Entonces, intentamos por lo menos mantener esa colectividad en los momentos que nos juntamos a producir… es muy difícil hacer breve todo lo que significa todo un proceso de trabajo en la cerámica”.

Finalmente, Hebe de Bonafini, Presidenta de la Asociación, habló en nombre de Madres, compañeras de Sara, sobre lo que significa para ellas esta exposición: “La verdad que yo había visto una vez lo que lo que había hecho Sara y desde que tuvimos este lugar me pareció que una Madre tenía que exponer porque el lugar está para muchas cosas pero ya que tenemos la suerte de tener una Madres que sabe hacer cerámica y que lo hace tan bien, me parecía que tenía que estar, así que esa fue la idea de las Madres, de invitarla, de que venga, agradecemos a los compañeros que vinieron. La verdad que las piezas son muy lindas y lo único que podemos decir es que te felicitamos porque la muestra está preciosa”.

Ya la emoción y la alegría habían copado la sala. Fue la hora en que terminaron las palabras y comenzaron los aplausos, los abrazos y el goce de compartir una exposición surgida de las propias manos de una de las Madres, esas que con sus manos hicieron surgir la esperanza, el compromiso, la lucha y la vida.



Fuente: Equipo de Prensa Asociación Madres de Plaza de Mayo

Hipólito Yrigoyen 1584, Buenos Aires, Argentina (1089)

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