Alfonsín debía morir. Sólo así, nos daríamos cuenta de su tremenda altura, de su papel vital en la historia, de la orfandad política en que nos deja su ausencia.
Muy joven, corrí ante el Cadillac que lo llevaba a estrenar la Casa Rosada. Lloré con el juicio a las juntas militares. Estuve en esa Plaza llena de Semana Santa.
Y tengo la certeza de que se fue el último gran estadista argentino.
Carlos Marianidis
Morón - Provincia de Buenos Aires
1º de abril de 2009
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