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viernes, 28 de agosto de 2009
Entrevista al escritor y traductor Mario Merlino
(Buenos Aires)
Diversas publicaciones en España informan acerca de la muerte del escritor y traductor de origen argentino Mario Merlino.
Lo entrevisté en Buenos Aires hace algunos años, en el bar Tolón de Santa Fe y Coronel Díaz. Yo no lo conocía personalmente, sino a través de las traducciones de las crónicas de Antonio Lobo Antunes que publicaba en el Suplemento Babelia del diario El País de España. A raíz de una nota que publiqué en la revista Archivos del Sur sobre el escritor portugués Antonio Lobo Antunes cuando estuvo en Buenos Aires para una Feria del Libro, Mario Merlino se contactó conmigo vía internet.
Después de un tiempo, volvió a escribirme para decirme que venía a Buenos Aires a presentar un libro de poemas. Lo conocí en Buenos Aires, lo entrevisté para Archivos del Sur, entrevista que fue publicada oportunamente y se puede leer en la revista.
A continuación la entrevista:
(Buenos Aires) Araceli Otamendi
Mario Merlino es argentino, poeta, traductor y licenciado en letras. Además es el traductor al español de las crónicas del escritor portugués Antonio Lobo Antunes publicadas en el suplemento Babelia del diario El País de España.
Hace poco tiempo Mario Merlino vino a Buenos Aires a presentar su libro de poemas Arte Cisoria en el Centro Cultural de España en Buenos Aires. Antes de eso lo entrevisté para Archivos del Sur.
Y ahí me enteré que Mario Merlino nació en Coronel Pringles, Provincia de Buenos Aires, como otros dos notables escritores argentinos: César Aira y Arturo Carrera.
Entrevista a Mario Merlino por Araceli Otamendi
Araceli Otamendi :-Recién dijiste el traductor es también autor de la obra. Porque yo entiendo entonces que cuando leo en Babelia un texto de Antonio Lobo Antunes traducido por Mario Merlino también te estoy leyendo a vos.
Mario Merlino :- Yo creo que sí, yo no sé si otro traductor lo resolvería de la misma manera, no creo que siempre coincidan las traducciones, porque si fuera así, sería posible la traducción automática. Ni siquiera hace falta que el ritmo sea copia fiel del original, pero el ritmo tiene que ser un ritmo de lengua española al traducir porque sino, suena a cualquier cosa, suena a obra traducida y lo importante es que no se lea como obra traducida. Lo importante es que una obra, al ser traducida, se lea como si hubiera sido escrita por primera vez en español.
Ese es el gran desafío.
A.O.:- ¿Cómo empezaste a traducir a Lobo Antunes para el suplemento Babelia?
M.M.:- Lo primero que yo traduje de Lobo Antunes fue para una editorial, Siruela. La primera obra que traduje se llama Tratado de las pasiones del alma. Lo de las crónicas que se publican en Babelia surgió después; primero se publicaron en el diario ABC y después la persona que estaba en el ABC contrató a Lobo Antunes para publicarlas en el diario El País. Y ahí seguí yo, ya las traducía yo también para el ABC. Lo de Lobo Antunes lo sigo traduciendo todo yo, a él no le gusta mucho que se cambie el traductor, prefiere un traductor que esté muy interiorizado de su obra.
Me ha tocado en suerte llevar la voz de Lobo Antunes.
A.O.:- ¿Y eso no te influye en tu escritura, eso de tener tan presente la voz de Lobo Antunes?
M.M:- A veces tengo que tomar distancia, porque es una lectura muy a fondo la que hago al traducirlo, una cosa es que te influya un autor que has leido, porque eso es lo que ocurre en la generalidad, pero lo que me preguntas es cierto, es un "peligro" que está ahí.
Yo me corrijo en lo que escribo, en mi propia escritura.
A.O.:- ¿Cómo hacés con tu propia voz al escribir y la voz del autor de la obra que estás traduciendo?
M.A.:-A veces preferiría variar de autores, he traducido mucha obra de él.
A.O.- ¿Has traducido a otros autores?
M.M.:-Sí, he traducido del italiano. En una época traducía del inglés, del francés, del italiano. Pero las editoriales prefieren que el traductor no se disperse demasiado. En general cuando me contratan también me ofrecen títulos en italiano.
A.O.:-¿Por ejemplo?
M.M.:- De Natalia Guinzburg, dos obras cortas, una que se llama Familia y otra que se llama Burguesía. Lamentablemente es un libro que editó Alfaguara en el ´80 y no se ha reeditado.
A.O.:- ¿Cuando volviste a la Argentina después que te instalaste en España?
M.M.-:-Volví en el ´84, después que se restauró la democracia. He viajado cada dos años, porque tengo familia y tengo buena relación con mis hermanos que viven aquí.
A.O.:-¿Y en relación a tu propia obra, qué me podés contar?
M.M.:- Aparte de los libros de ensayo que te comentaba, comencé con un libro que se llama el Medioevo cristiano, de una colección que dirigió Blas Matamoro. La colección se llamaba La historia informal, y era sobre la experiencia histórica pero más narrativa que histórica y contaba la versión sobre la vida cotidiana a través del tiempo. A mí me tocó lo del medioevo cristiano, que no podía abarcar también lo árabe, porque diez siglos era muchísimo. Todo narrado en presente, para que el lector se encontrara en la época que narraba.
También escribí un libro que está inédito y que trataba acerca de la relación de los escritores con la guerra civil española. A mí me tocó Bertold Brecht, que nunca estuvo en España pero escribió "Los fusiles de la madre ....", por ejemplo, tuve que hurgar como una rata de biblioteca para encontrar algo. No pierdo la esperanza de publicarlo alguna vez, se llama "Los alimentos de la guerra".
A.O.:- ¿Y allá en España, además de traductor qué otra cosa hacés?
M.M.:- Yo retrasé mucho mi propia obra. He escrito relatos, pero había una cosa de inseguridad frente a mi mismo, frente al mundo...
Soy bastante lanzado para sobrevivir, encarar mi vida, no espero que me venga la ayuda del cielo, pero con la literatura de ficción tenía tal vez una exagerada autocrítica. Pasaron varios años hasta que me decidí y publiqué un libro de poesía llamado Misa pedestris. El poeta Luis Antonio de Villena, me escribió un texto para la contraportada que recordaba las Misas herejes de Evaristo Carriego. Hay en ese libro algo de influencia medieval porque al final del libro recuerdo la Misa de amor, el romance español, donde los monaguillos en lugar de decir "amén, amén", dicen "amor, amor". También edité un CD con poemas que yo mismo recito, se mezcla mi experiencia en el teatro, sé que tengo buena voz y va acompañado con un librito con textos en prosa y poemas.
A.O.:- ¿Nunca hiciste radio?
M.M.-:Sí. Hice radio en Coronel Pringles, cuando tenía 13, 14 años. Ya tenía buena voz. Y era radio, se llamaba la propaladora. Yo tenía un programa a las 7 de la tarde, era un programa sobre poesía, entonces yo contaba cosas sobre el autor y el movimiento al que pertenecía y después leía uno o dos poemas. Mucha gente no conoce lo que es la propaladora, es una historia muy antigua. Son altavoces en la calle, donde todo el mundo está obligado a escuchar a cierta hora lo que se emite por ellos.
A.O.:-¿Sos del mismo pueblo de César Aira?
M.M.:- Sí y también de Arturo Carrera. que presentará mi libro en Buenos Aires.
A.O.:- ¿Es casualidad?
M.M.:- Puede ser, lo cierto es que íbamos a la misma escuela en Pringles. Arturo Carrera era compañero mío y César Aira estaba en un curso más adelantado.
A.O.:-¿Cómo fue salir de Coronel Pringles?
M.M.:- Yo tenía muchas ganas de venir a Buenos Aires, pero mi familia insistió que fuera a Bahía Blanca porque ahí ya estaban dos hermanos míos.
A.O.:- ¿Te daba miedo venir a Buenos Aires, encontrarte en una gran ciudad?
M.M.:-No. Me encantaba, tenía muchas ganas. Pero fuí a Bahía Blanca, una ciudad que nunca me gustó, porque es una ciudad muy conservadora.
A.O.:-Tal vez como muchas ciudades del interior de nuestro país.
M.M:- No, Bahía Blanca es mucho más conservadora. De cualquier manera reconozco que tuve muy buenos profesores como el caso de Ciocchini que ya te comenté. Otro profesor que tuve es Jaime Rest, como recuerdo para mí son los dos más importantes. Y después tuve una profesora de literatura española medieval con la que trabajé como asistente era discípula de Ciocchini y fue la profesora con la que teníamos exámenes que duraban 4 o 5 horas, ya que podíamos ir a la biblioteca a consultar libros, apuntes. Nos daba temas que exigían una elaboración especial en ese momento y eso no significaba que había que aprenderse la lección. Era como hacer una pequeña monografía y se lo agradezco muchísimo. Porque creo que la norma sigue siendo que cuando más repite el alumno mejor nota recibe.
A.O.:- ¿De qué origen eran tus padres?
M.M.:- Mi padre era italiano, llegó a los 16 años a la Argentina, solito. Es una de las cosas que reivindico de él porque es un mensaje de libertad, y de riesgo, de saber enfrentar los riesgos.
Sobre todo porque había un compañero suyo que lo iba a acompañar en el viaje pero se volvió a atrás a último momento y mi padre se vino solo a la Argentina.
A.O.:- ¿Y tu madre?
M.M.:- Era hija de italianos, el padre de ella era del Piamonte, cerca de Turín. Y mis abuelos paternos que no llegué a conocerlos, eran de la Lombardía. Mi madre nació en la Argentina. Mi vocación por las letras comenzó siendo muy chico. Mi madre leía, era maestra y tenía una disciplina muy rigurosa en relación con el estudio. Para darte un ejemplo, cuando comencé el colegio secundario, me tomaba durante primer año las lecciones todos los días para que me organizara, para que supiera que eso había que hacerlo de manera rigurosa y sistemática. Recuerdo una vez que tenía que estudiar geografía y ella me puso cinco libros de geografía y yo dije: pero si todo es igual y ella me dijo: "no, porque cada libro aporta algo, reúnes todo y así tienes una visión más completa".
Mi padre era comerciante, pero junto a los biblioratos y las facturas tenía libros en su biblioteca.
El usaba una máquina Underwood, recuerdo que cuando él no estaba en el despacho porque estaba trabajando concretamente en el almacén que teníamos en Coronel Pringles, yo subía las escaleras de piedra y ahí me ponía a garabatear en la máquina de él.
Después participé en un grupo de teatro que había en Pringles, Las dos carátulas, porque me gustaba mucho el teatro, y uno de los rasgos que demostraba mi gusto por la literatura es que normalmente yo leía mucho teatro en esa época, iba a las reuniones del grupo y comentaba lo que había leido y desde luego me entusiasmaba con que una de esas obras había que representarla. Creo que no tuve éxito en ese sentido, de imponer alguno de esos textos.
A.O.:- Y como actor, qué fue lo que pasó?
M.M.:- Trabajé en una obra llamada La dicha impía de Pablo Palant, que por otra parte, es el traductor de Esperando a Godot. Es casi un fetiche para mí, me llevé fotocopias de esa traducción.
A.O.:- ¿Dónde la representaron?
M.M.:-En el teatro de Coronel Pringles.
A.O.:- ¿En España volviste a hacer radio?
M.M.:- No, pero me gustaría.
A.O.:- ¿Cuál fue tu trabajo para la enciclopedia Encarta?
M.M.:-Empecé en Madrid colaborando con la Enciclopedia Encarta, ahí me encargaban traducción de artículos de la enciclopedia original y redacción de artículos nuevos.
A.O.:- ¿Cuántos años duró ese trabajo?
M.M.:-Dos años, 1995 y 1996, gracias a mi experiencia de colaboración y eran una referencia los trabajos que había hecho como traductor de portugués. Me dijeron: ¿te gustaría ir a Río de Janeiro para dirigir la versión brasileña de la enciclopedia?
Les dije que sí y me fuí a Brasil. Se hicieron dos ediciones de Encarta en portugués, versión brasileña. ¿Qué fue lo que hice? Mi tarea era controlar los contenidos, la condición era que todos los contratos que se hicieran fuesen con brasileños para traducir los artículos de la enciclopedia española que merecían seguir estando para esta nueva versión en portugués. Después hubo que hacer un trabajo de selección, hubo que quitar artículos de la enciclopedia española que no interesasen demasiado al mundo luxófono, el mercado que les interesaba era el mercado brasileño. Después hubo que contratar especialistas en distintos temas: historia, literatura, ciencias, de Brasil y de Portugal. Los de Portugal me enviaban sus artículos por correo electrónico y con los colaboradores brasileños trataba directamente. Fue una experiencia hermosísima. Tuve también que seleccionar a los editores de cada área. La encargada de literatura y ciencias humanas en general, también había una mujer para ciencias, eran casi todas mujeres. Pero no por feminismo mío sino porque se presentaban postulantes y eran seleccionadas.
A.O.:- ¿Después de este trabajo con la Enciclopedia Encarta volvés a España?
M.M.:-Sí, y ahí sigo. Llevo más tiempo en España que en Argentina. La formación que traía de Argentina está dando frutos. Por supuesto que hay que agradecerle a España su acogida...".
A.O.:- ¿Cómo se desarrolló tu vida en España?
M.M.:-Después de veinte años de vivir en España yo consigo comprar un piso. Eso fue en el 97 y ese mismo año me invitan a irme a Río de Janeiro, como te contaba antes. Estaba pagando un alquiler y pasaba a pagar una hipoteca, que era el doble del alquiler que pagaba.
Me arriesgué, y me llegó ese trabajo para la Enciclopedia. Me arreglé muy bien para comprarlo. Debido a la experiencia que he tenido que pasar sé administrarme. Yo soy hijo de inmigrantes, cuando algunas colaboradoras de la enciclopedia se ponían muy exigentes, yo decía "hay que aprender". Y conozco porque mis padres me demostraban día a día que había que ajustarse el cinturón cuando correspondía. Cuando tengo un poco más de ingresos a veces pierdo el control.
A.O.:-¿Cuál es tu principal actividad actualmente?
M.M.:-La traducción. Me invitan a dar cursos, gracias a la experiencia docente que te contaba me invitan a dar cursos para profesores para proponer métodos de enseñanza de la lengua y la literatura. La pasión que tengo por estos temas puede ser casi una locura y eso me ha ayudado para enseñar. Yo entiendo que la gente se aburra en las clases de literatura, sobre todo si no tienen afición por esto, pero si tú creas estímulos... por ejemplo, en Madrid trabajé dos años en una escuela secundaria, tenía un curso de cuarenta alumnos y los dividí en ocho grupos de cinco, juntaban los pupitres y entonces yo hablaba y les decía que yo estaba como en un bar y era el camarero que atendería sus dudas. Les proponía temas e hicieron taller literario todo el año y también estaba la parte expositiva.
A.O.:- ¿Qué autores preferís leer?
M.M.:- Yo me eduqué con los poetas beat: Allen Ginsberg, Ferlinguetti, yo creo que eso fue en los 60, yo tenía 12 años. También adoro a Samuel Becket, no voy a distinguir mucho el género. Me gusta mucho la literatura mística, San Juan de la Cruz, también me gusta Italo Calvino, de los argentinos desde luego influyeron mucho Alejandra Pizarnik y Juan Gelman.
A.O.:- ¿Cuál es la obra de Becket que preferís? ¿Esperando a Godot?
M.M.:-Sí, pero también me gusta la narrativa,me gusta Malón muere, una obra que leí siendo muy jovencito, también El innombrable y otras. Becket me sigue fascinando. Hay un relato cortísimo que se llama Sin donde no se sabe dónde estás, quién es el que narra, si hay un personaje. Me gustan esas experiencias de Becket muy próximas a la poesía.
A.O.:- ¿Escribís también narrativa?
M.M.:- Ahora estoy escribiendo un texto de narrativa. A mi me gusta contar historias pero tanto el otro libro Misa perenne como Arte Cisoria, creo que el poema no debe estar cerrado en sí mismo. Tiene que haber cierta continuidad y en el fondo hay un deseo de transmitir una historia. Hay una historia que se cuenta porque en cada poema se va engarzando con el otro.
A.O.:- ¿Qué tipo de texto narrativo será el que estás escribiendo?
M.M.:- Una novela corta. La editorial que lo editará ya me conoce y me dijo: no te esfuerces por escribir una novela muy larga. Está bastante avanzada, será un texto de unas cien páginas.
A.O.:- ¿Tenés un grupo de escritores amigos en España, a quienes lees y te leen?
M.M.:- Sí, hacemos encuentros en un centro de arte moderno, donde se organizan lecturas. A veces con Noni Venegas, una poeta argentina que vive en España hacemos lecturas conjuntas.
A.O.:- ¿Cómo te gusta presentar tus libros?
M.M.- No me gusta estar quieto, tampoco exagerar con accesorios, lo importante es que el público escuche el poema. Un poeta puede ser muy bueno pero al sexto poema me dan ganas de decirle que empiece de nuevo. La gente que lee una hora seguida no sabe lo que está haciendo, hay que leer poco, lo mínimo indispensable.
(c) Araceli Otamendi - Todos los derechos reservados
crédito de la fotografía: Marek Nowak.
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