Almafuerte
Obras completas
Editorial Claridad
(Buenos Aires)
La editorial Claridad reeditó las obras completas de Pedro Bonifacio Palacios – conocido por el seudónimo de Almafuerte – (San Justo, 1854- La Plata, 1917).
“…Palacios representaba para gran parte de los intelectuales de habla española un caso extraordinario de elocución poética (si no todavía un poeta revelador o un gran poeta), la literatura argentina se había desentendido definitivamente de la tradición literaria de la península y había ingresado, con el aporte de los gauchescos, los románticos y los modernistas, en una nueva etapa, imitativa aun, pero orientada hacia el mismo corazón del país…”.
“…La nacionalización de la literatura, parte del empeñoso programa madre de la “Joven Generación Argentina” de 1838, iba a lograrse al fin sobre las bases de una sutil visión de lo ciudadano y lo campesino. Almafuerte, en más de una oportunidad, accedería a esa tradición y haría notar la necesidad de hacer literatura con elementos argentinos, pero estaba destinado a fundar, por su cuenta, una nueva tradición poética, emancipada por completo de la tradición gauchesca o ciudadana, como asimismo del modernismo afrancesado de Darío y del primer Lugones. Lo “nacional”, arbitrariamente supeditado al “color local” de la novela o del poema, iba a ser expresado por Almafuerte desde un ángulo muy distinto.
Como Fray Mocho, Roberto J. Payró, Miguel Cané, Lucio V. Mansilla, Rafael Obligado, Martel, Evaristo Carriego y otros, trabajó muchas veces con los materiales vivos, contemporáneos, circundantes de la realidad idiomática; pero no se desprendió de ellos, objetivándolos: se convirtió en una realidad. A Pedro Bonifacio Palacios, como profeta, sociólogo, moralista y poeta…”.
“…Los que van a Almafuerte con una curiosidad estética, se verán defraudados. Pero Almafuerte nunca tuvo una intención “artística” al escribir. Lo consideraba una desviación. Él opuso a esa poesía objetiva o falsamente subjetiva una intención moralizadora, un humanismo poético. En poesía, los límites y las formas han desaparecido. Por sobre su apariencia, ahora prevalece su esencia, la palabra mensajera, jubilosa o terrible, del alma.
Por no ser un artista del verso, Almafuerte es más que un poeta. El poeta artífice – herencia renacentista – está dominado por la tiranía de la forma; el poeta- profeta prescinde de todo lo que no sea la expresión directa y vibrante de su profecía. Nunca se hizo Almafuerte un problema riguroso en materia verbal, en ese trabajo que crea, a veces, una zona aislada entre el autor y el lector. Aunque sabemos que meditaba mucho sus poemas, su concepto del arte de hacer versos es claro:
Para mí las palabras siempre son bellas,
Y siempre de cualquiera se saca fruto,
La más vil, la más vana de todas ellas
Contiene la presencia de lo Absoluto…
En las obras completas de Almafuerte hay poesías, relatos y discursos. Y dentro de las poesías los famosos “Siete sonetos medicinales”, de los que se trascribe uno a continuación:
¡Vera violetta!
En pos de su nivel se lanza el río
Por el gran desnivel de los breñales;
El aire es vendaval, y hay vendavales
Por la ley del no-fin, del no-vacío;
La más hermosa espiga del estío
No sueña con el pan en los trigales;
El más noble panal de los panales
No declaró jamás: Yo no soy mío.
Y el sol, el padre sol, el raudo foco
Que fomenta la vida en la Natura,
Por fecundar los polos no se apura,
Ni se desvía un ápice tampoco...
¡Todo lo alcanzarás, solemne loco,
Siempre que lo permita tu estatura!
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