Acerca de Araceli Otamendi, escritora y directora de Archivos del Sur

viernes, 30 de julio de 2010

Cine romántico: entre la palabra y el silencio por Jorge Jofre



(Buenos Aires) Jorge Jofre


La palabra

Aunque mis ojos ya no puedan ver ese profundo destello que me deslumbraba. Aunque ya nada pueda devolvernos las horas del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores no debemos afligirnos, pues siempre la belleza subsiste en el recuerdo”. (1)
                                                      William Wordsworth

Recuerdo haber visto por lo menos dos o tres veces esa secuencia de Esplendor en la hierba  (2) donde Dennie  repite las palabras del poeta romántico inglés. Es el momento cumbre del filme de Elia Kazan ; es un momento cumbre de lo que se ha dado en denominar cine romántico. El verso poderoso de Wordsworth construye el magistral cierre de una historia de amores contrariados; de una Dennie que no puede casarse con su amado porque la familia de él no lo quiere así….el verso le permite evocar un amor esplendoroso que quedó atrapado en un pasado que no quiso ser presente.
Leo….SIGNO: “la articulación entre una imagen psíquica y un material sonoro o gráfico. El silencio desaparece como material sígnico”… (3) traslado al cine la situación: Esplendor en la hierba es como la mayor parte del cine industrializado posterior a la aparición del recurso de lo sonoro, un cine de imagen y palabra. De un cine donde  es la palabra la protagonista  ante la presencia del diálogo. Algo así como en la antigua tragedia ática donde la puesta en escena se subordinaba a la fuerza del discurso de los personajes.
Virilio afirma que con la llegada del cine hablado, a fines de los 20, “se hizo completamente imposible aceptar la ausencia de palabras, de frases y de un diálogo”… (4)
Me sitúo  ahora, reteniendo la frase de Virilio, dentro del cine romántico clásico… ¿Es la imagen de la pareja de enamorados la que trae a escena la idea del amor? …. ¿Es la palabra la que propicia tal idea? Sin duda que la palabra, en forma de dialogo, tiene mucho que ver al respecto. Muchas veces en esos filmes románticos son las palabras las que definen la situación aún antes del consabido beso.; o las que reafirman después de el.
Ya perdí la cuenta de las veces que he visto esos últimos minutos donde  Rhett Butler   le expresa a una Scarlett O ´ Hara, que no comprende muy bien porque su esposo decide partir y abandonarla…” Querida, eres tan inmadura. Crees que al decir lo siento todo el pasado puede corregirse...”.  A lo que Scarlett le responde apesadumbrada: ¿Si tú te marchas que va a ser de mi? Entonces de la boca de Rhett parte como un dardo de fuego un “francamente querida, me importa un bledo”. (5)
 Repaso mentalmente la escena que sigue en la que Rhett  se marcha y deja a Scarlett llorando sobre la larga escalinata que conduce al piso superior de la casa. Se escucha entonces la voz interior del personaje que parece dictarle un mensaje: sólo le queda la esperanza de revivir las tierras en que transcurriera su juventud. En el fondo de su pensamiento, alberga la esperanza  de que su esposo vuelva a ella algún día. La secuencia establece uno de los finales abiertos más relevantes de la historia del cine romántico. La secuencia es impensada sin el soporte del diálogo.
Retomo la cuestión de la palabra bajo otro ejemplo el de Los paraguas de Cherburgo(6) : una historia de amor cantada.  Una historia de un amor que no fue entre la hija de una dueña de una tienda de paraguas (Genevieve)  y un mecánico (Guy). La historia se desarrolla en varios momentos. Arranca en 1957 cuando Guy parte a la guerra de Argelia dejando embarazada a su amada. Se despiden en un bar, sentados a una mesa. Se abrazan y ella entona en el preciso momento que arranca la orquesta: “Yo no podré vivir sin ti, si te vas me moriré…”.
Será la anteúltima vez que los enamorados se vean. Genevieve tendrá su hija y se casará con un hombre acaudalado. A su regreso Guy también se casará y logrará comprar con una herencia una estación de servicio en la ciudad. Los sucesos propician uno de los mejores finales  del cine.
Recuerdo las escenas como si las estuviera viendo…Guy esta con su esposa y su hijo en la gasolinera, es Navidad y nieva en Cherburgo. En el momento que ambos se han ido, toca bocina el ocupante de un auto. Se acerca a atender al cliente...se produce en encuentro de él con Genevieve que conduce el auto y lleva de acompañante a su hija. Ella baja del auto y van a la oficina. Son breves las frases que entonan ambos Entra un ayudante a preguntar que combustible cargan…las frases se entrecortan. Guy le dice que no quiere acercarse al auto donde esta su hija.
Genevieve se despide con “Te va todo bien”  y él le contesta con una sonrisa forzada “Si muy bien”…Genevieve sube al auto y  parte sabiendo que será para siempre. El final se cierra impecablemente; provocando un dolor en el que está ante la pantalla…lo rescato como uno de los más perfectos de todo el cine romántico.
Tan perfecto como la frase que entona Genevieve casi al comienzo del filme: “desde unos días vivo dentro del silencio / de las cuatro paredes de mi amor”.
Mas allá del western “Johnny Guitar” (7) es ante todo una  notable historia de amor, de las que saben tener un final feliz. Una historia de amor que ha llevado a grandes directores como Godard a homenajearla en sus filmes.
Johnny.- ¿A cuántos hombres has amado?
Vienna.- ¿A cuántas mujeres tú has olvidado?
Ambos están midiendo la dimensión del momento; están buscando ordenar las palabras con un fin común puesto en el interior de sus mentes: la reconciliación; el reencuentro.
Cerrando la secuencia  Johnny expresa: “Dime que aún me quieres como yo te quiero” a lo que Vienna le contesta como espejando las palabras de su amado: “Aún te quiero como tu me quieres”.  Philip Kordan  elabora para esta secuencia uno de los diálogos más poderosos del género romántico; casi sin silencios; casi sin espacios entre pregunta y respuesta. Las palabras parecen estrecharse unas a otras casi fundiéndose entre sí. Cada frase de Johnny es como un dardo que genera en Vienna respuestas contundentes. Luego en el final habrá un reclamo por parte de ella, por todos los años que Johnny estuvo ausente; por todo lo que debió hacer ella para sobrevivir. La escena es casi un final anticipado….un paso previo a la felicidad de los protagonistas.


El silencio

 “Toda conversación es un tejer de silencios y palabras, de pausa y habla que crea la respiración del intercambio”. (8)
                          David Le Breton.
                           
La frase me subraya el valor del silencio y el paréntesis. ¿Es posible pensar desde esta posición un cine donde el amor esté presente sin la presencia de palabras? No sé si es posible en una totalidad, pero sí que la pausa y el silencio también pueden generar grandes momentos dentro del drama romántico.
Veo en un blog las palabras finales de “Hiroshima Mon Amour” (9):  Ella le dice: Hi-ro-shi-ma es tu nombre.  El le responde: Es mi nombre, si. Tu nombre es Nevers. Ne-vers en Fran- ci- a. Alain Resnais para su primer largometraje elige no solo un relato no   dramático.
 No hay en este filme de Resnais un orden cronológico sólo lo que dictan los sucesivos recursos de las situaciones. Los recuerdos del hombre oriental y la mujer francesa marcan un pasado traumático y sus huellas están presentes hasta ese último breve diálogo. Los dos enamorados mediante esas breves palabras parecen como reconocerse en su integridad por primera vez. Los paréntesis entre sílabas…los minúsculos silencios entre sílaba y sílaba….Hi-ro-shi-ma. …parecen no sólo establecer una caída del ritmo verbal sino también cierto distanciamiento entre ambos protagonistas. Las palabras se entrecortan: ¿También el amor entre ambos? Resnais nos deja el beneficio de la duda mediante ese juego de breves paréntesis.
Rememoro una frase de Francesca en Los puentes de Madison (10):” Y tú sigues entregándome la vida en cada suspiro, suspirando por mis besos sin saber que ni siquiera tienes que pedirlos…porque son tuyos, porque yo ya no soy mía sino tuya...” . Larga frase de amor que tomada aisladamente nos llevaría a presuponer que estamos ante un filme cargado de palabras. Pero ello no es así, Clint Eastwood, logra hacia el final una de las mas bellas escenas románticas de toda la historia del género sin palabra alguna….la de la despedida de Francesca y Robert.
Primera despedida: han pasado cuatro días juntos, Robert intenta convencerla para que se vaya con él: Ella duda pese a que está profundamente enamorada del fotógrafo. Este se retira de entre los brazos de Francesca y cuando está por salir de la habitación se da vuelta y espeta: “ Solo te diré una vez. No lo había dicho nunca antes, pero esa clase de certeza sólo se presenta una vez en la vida”….se da vuelta y se marcha con su camioneta. Francesca sale y lo mira irse con un gesto desesperado y de dolor.
Segunda despedida:  Francesca va al pueblo en la camioneta de su esposo a buscar provisiones, llueve intensamente. Retorna sola a la cabina y ve estacionada la camioneta del fotógrafo. Robert cruza la calle empapado hasta los huesos y mira intensamente a la mujer como esperando una respuesta y se  sube a su vehículo en el preciso  momento que el esposo de Francesca regresa.
Ambas camionetas avanzan y la de Robert se pone delante en el semáforo y se lo ve buscar algo en la guantera. Se escucha sólo el ruido de la lluvia, los limpiaparabrisas y por unos instantes la voz interior de la mujer que reflexiona sobre lo que estará haciendo su amado….que entonces saca la medalla que ella le ha regalado y la cuelga del retrovisor.
Francesca se llena de indecisión en ese momento, sujeta fuertemente la manija de la puerta pero no llega a accionarla. Robert no arranca en el semáforo y eso molesta al esposo que toca bocina mientras profiere unas pocas palabras que culminan con un ¿Que está esperando?  El fotógrafo pone giro a la izquierda y lentamente se aleja del camino y de la vida de la mujer.
Releo un fragmento de un célebre relato de Borges: “En todas las ficciones, cada vez que un hombre se enfrenta con diversas alternativas, opta por una y elimina las otras “(11)…Eastwood muestra  ante la duda de Francesca, a un Robert que toma conciencia de que la mujer no seguirá por lo menos físicamente el camino junto a él. La camioneta suya que se aleja de la otra lentamente por otro camino es la aceptación de la circunstancia, sólo que antes le ha indicado con la medalla que siempre la tendrá presente hasta el fin de sus días. La elección es sin palabras, solo la precisa la marcha de ambos vehículos en distintas direcciones. Sus destinos parecen bifurcarse y solo se unirán tras la muerte de ambos; cuando los hijos de Francesca comprendan que significaron esos cuatro días para su madre y ese fotógrafo que aparentemente solo vino a Madison a trabajar. “Alguna vez, los senderos de ese laberinto convergen…”  expresará Borges en otra parte de su relato.





La palabra, el silencio y el contexto.

“No es la mirada la que capta las imágenes, son ellas las que captan la mirada, sumergen la conciencia…”. (12)
                     Franz Kafka.

Si quisiera buscar un ejemplo de cómo las imágenes captan la mirada, creo que nada sería más perfecto que La mujer de la arena (13) de Hiroshi Tosigara. Una especie de trillar psicológico que deja no obstante abierta la puerta para el tema del amor.
Casi todo sucede dentro de un mismo contexto: una pequeña choza dentro de un foso rodeado de dunas que obligan de noche a la ocupante del lugar a palear arena para evitar derrumbes sobre la vivienda. Engañado, los lugareños, lo llevan al entomólogo Niki Jumpei, a ese lugar para ayudar a la viuda en su tarea. La situación le permitirá disfrutar de los placeres carnales que la mujer le ofrecerá, tal ve a cambio de su compañía y lo pondrá en una dura encrucijada cargada de dudas y decisiones que deberá tomar.
Entiendo que son pocas las palabras. Las caricias y las manos que recorren en algunas escenas los cuerpos del hombre y la mujer hablan por sí mismas. Las escenas navegan entre el amor y el erotismo con notable elegancia estética.
Por momentos la cámara recorre los silencios de Jumpei. Silencios introspectivos que lo lleva a preguntarse si se queda allí o se vuelve a su mundo civilizado; a su mundo contaminado de desamor e incomunicación.
 Las imágenes capturan la mirada. Fotograma a fotograma Teshigahara plasma una obra maestra  del cine de todos los tiempos; una obra maestra en la que el amor también es un protagonista  dentro del contexto de un mar de arena.
Si quisiera dejar en evidencia muy claramente el rol que ocupa un contexto dentro del cine romántico, uno de los primeros nombres que se me ocurre es Titanic (14). Junto a Jack y Rose siempre esta ese gran protagonista que es el océano,  el gigantesco transatlántico solo es un soporte material sujeto a  instancias y al poder de la naturaleza.
No es casual que uno de los momentos cumbres del romance entre Jack y Rose…el del  beso...sea justamente el mismo momento en que el barco colisiona contra el iceberg. La escena parece signar la tragedia que vendrá; que acompañará hasta el final a los ahora amantes.
Creo que el océano es el jugador que determina las jugadas; el que define quién muere y quién sobrevive. Los hombres pueden hacer poco o nada al respecto, solo mostrar sus pasiones buenas o malas. Pero en el medio de tanta agua, tanta inmensidad y tanto frío esta el amor de los dos jóvenes, hasta el ultimo instante; para siempre.
Creo que las imágenes del océano son las que dan al espectador el marco y la dimensión exacta al espectador de lo que implica ese amor que ha sido puesto al límite de las circunstancias. Cameron ha querido filmarlo pues exactamente en ese limite…” Soy el rey del mundo”  grita Jack  dirigiendo su voz al océano cuando el romance con Rose se ha iniciado. Es casi un desafío, no obstante nada sabe él de la tragedia que se avecina.
En la inmensidad del océano, tras el naufragio,  Jack, permanecerá tomado de  la mano de Rose hasta su muerte. Rose lo nombra con desesperación en medio de la inmensidad y solo soltará su mano, cuando se convence de que ha muerto, para verlo hundirse en las profundidades del agua…llora desconsoladamente. Es casi el final, el gran protagonista se ha llevado consigo a Jack. “Te quiero”  expresa la joven unos minutos antes de que Jack muera; solamente dos palabras que lo encierran todo. El le responde con una voz entrecortada por el frío del agua que ya inunda su cuerpo: “No te despidas aún de mí”.

 (c)Jorge Jofre.

Notas:

1)    William Wordsworth : “ Ode n Intimations of Inmortality from Recollections of Early Childhood”.
2)    Esplendor en la hierba. ( Elia Kazan; USA; 1961) Personajes: Bud Stamper (Warren Beatty); Dennie Loomis ( Natalie Wood).
3)     Javier Callejo Madrid ; El silencio: Nùcleo ético  de la comunicación; Comunicar, 20, 2003; Revista Científica de Comunicación; p. 173-177.
4)    Paúl Virilio; El procedimiento silencio; Buenos Aires, Paidós; 2005.
5)    Lo que el viento se llevó;  (Víctor Fleming, George Cukor, Sam Wood; USA; 1939). Personajes:  Scarlett O ´Hara ( Vivien Leight) ; Rhett Butler ( Clark Gable).
6)    Los paraguas de Cherburgo, (Jacques Demy; Francia; 1964); Personajes Genevieve Emery ( Catherine Deneuve); Guy ( Nino Castelnuovo).
7)    Jhonny Guitar; (Nicholas Ray, USA; 1954) . Personajes: Vienna ( Joan Crawford); Johnny “ Guitar” Logan ( Sterlin Hayden).
8)    Javier Callejo Madrid; Ibìdem
9)    Hiroshima Mon Amour; ( Alain Resnais; Francia; 1959). Personajes : Ella ( Emmanuelle Riva); el ( Eiji Okada).
10)                       Los puentes de Madison, (Clint Eastwood; USA; 1995),  Personajes: Francesca (Meryl Streep); Robert Kincaid ( Clint Eastwood).
11)                       Jorge Luis Borges, El  jardín de los senderos que se bifurcan, Ficciones, 1994.
12)                       Gustav Janouch, Conversaciones con Kafka, Barcelona, Destino, 1998.
13)                       La mujer de la arena, (Hiroshi Teshigahara; Japón;  1964),  Personajes: Niki Jumpei (Eiki Ojada); la mujer ( Kyoko Kishida).
14)                       Titanic (James Cameron; USA; 1997). Personajes: Jack Dawson (Leonardo Di Caprio); Rose  Dewitt Bukater.

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