Cuando la tentación descendió las escaleras
New York…verano caluroso…Richard Sherman, no se puede ir con su esposa y pequeño hijo al campo de vacaciones porque debe leer un libro para el editor con que trabaja. Así comienza “The Seven Year Itch” (Billy Wilder; 1955). En el piso superior del departamento de Richard ha venido a pasar el verano una blonda modelo de inocentes y casi aniñados modales que tentará al hombre y lo pondrá en el camino de una infidelidad veraniega.
Me pregunto donde está el encanto de la versión cinematográfica de Wilder. Tal vez la respuesta más directa podría estar generada en otra pregunta: ¿Está ese encanto en Marilyn?. De todos modos evitaría contestar tan abruptamente. Creo que hay dos grandes protagonistas que sostienen el carácter de la obra, ambos se entrecruzan; ambos ponen en escena una tentadora seducción que si tiene que ver y se plasma de hecho con el personaje compuesto por Marilyn Monroe: lleno de una supuesta inocencia; de mente ingenua y aniñada; un paradigma femenino del cine de esa época.
Sin duda uno de los protagonistas del filme es el clima veraniego neoyorquino. Es el que determina gran parte de la situación en que se verá envuelto Richard, cuando su blonda vecina del piso superior descubra que su departamento posee equipos de aire acondicionado. La vecina lo visitará y pretenderá quedarse en su departamento para dejar así de sufrir el agobio de las temperaturas veraniegas. Para la chica los equipos refrigerantes de Richard son casi el paraíso terrenal. Al entrar al departamento del hombre exclamará en un momento ¡Es fantástico! ¡Un hombre casado, aire acondicionado, champagne y patatas fritas!..! Una fiesta maravillosa! …la idea de eliminar la cuestión del calor se ha tornado obsesiva en ella. La ha llevado a confesar que guarda su ropa interior en la nevera.
El otro gran protagonista, esta materializado en la propia Marilyn, y son sus piernas; las mismas que utiliza para bajar por la escalera desde su departamento al piso bajo de Richard e instaurar la tentación en este. Verdadero segmento de su cuerpo que Wilder deja en evidencia muy claramente en dos escenas: la que acontece sobre las rejillas de ventilación del subterráneo y la del departamento de Richard en la que la chica se sienta en un mullido sillón para disfrutar mejor del equipo de aire que se halla junto a él.
La escena de la ventilación del metro: Richard y la chica han salido a pasear por Manhattan, esta se pone sobre una de las rejillas de ventilación del subterráneo. Pasa por debajo una formación….la cámara de Wilder en toma baja, recorre en el sentido del desplazamiento del tren subterráneo varios respiraderos que arrojan en ese instante aire caliente hacia la calle. La cámara se detiene, dejando ver como el aire que proviene de abajo levanta la plisada pollera blanca de la joven dejando al descubierto parte de su intimidad…pone en evidencia las piernas y más que nada las perfectas rodillas de la actriz que se constituyen en un poderoso centro de atracción de esa secuencia de fotogramas.
La escena del sofá: El encargado toca el timbre del departamento de Richard a fin de retirar las alfombras para limpiarlas. Este le dice que lo deje para otro momento a través de la puerta entreabierta, porque quiere evitar a toda costa que el encargado vea a la chica del piso de arriba. El hombre insiste en la cuestión de que las alfombras estando sucias se puedan apolillar y mientras dialoga puede ver por sobre el hombro de Richard las dos piernas de Marilyn que se asoman por el costado del mullido sillón…son por un instante solo dos piernas que se flexionan y se estiran como privilegiando la función articular de las rodillas; dándonos reveladores datos de un cuerpo que en ese momento no es observable en su totalidad debido a la barrera visual que conforma el sillón. De un cuerpo que de todos modos el espectador ya conoce y lo hace por ende cómplice de la situación.
Necesito en este punto precisar aún más el tema del protagonismo de las piernas. Tal vez no sean las piernas de Marilyn en su totalidad las protagonistas, sino mas específicamente sus rodillas, como en el cuadro de Rembrandt Betsabé al baño.
Simplemente con confrontar la más antigua versión del tema de Cornelius Van Haarlem con la de Rembrandt, vemos como en la de este último el cuerpo de Betsabé cobra mayor sensualidad con el entrecruzamiento de sus rodillas. Están son casi el verdadero nudo de la obra. La rodilla izquierda es ligeramente ocultada por la pierna derecha entrecruzada, cuya articulación si se hace claramente visible, pese que a centímetros de ella reposa la mano de Betsabé sosteniendo entre sus dedos la carta que convoca a la guerra a su esposo; la carta que nos deja entrever el sello rojo de David…la carta que habilitará a David a poder casarse luego con esa mujer que motivó su tentación al verla bañarse desnuda desde su palacio. La rodilla derecha es además el punto de partida de un poderoso vector que muere en el pubis de la mujer, solo ligeramente oculto por el extremo de un paño dorado.
Las piernas rectas o flexionadas de Marilyn sin duda dependen mucho en ambas escenas del protagonismo de un par de rodillas que tanto marcan el centro de atención de la cámara por un instante en la escena del subte; como llevan la mirada a pretender ver lo que oculta el sofá en la escena del departamento.
Flexionadas o rectas, las rodillas de la joven que personifica Marilyn o las de la Betsabé pintada por Rembrandt o las de alguna mujer de un relato oriental… Son similares a las que parecen dictar en momentos de placer el camino de la mano que acaricia a través de la cara interna del muslo. Son las que habilitan el camino de ese impulso irrefrenable que comúnmente denominamos como tentación.
Curiosamente “The Seven Year Itch” fue titulada en castellano como “La tentación vive arriba”. Para tentar a su vecino Marilyn o la joven modelo (para el caso es lo mismo) debe descender las escaleras; debe mover su cadera y el resto de su cuerpo según va flexionando unas rodillas insinuadas bajo la tela de un blanco vestido. Así es como Marilyn-tentación desciende y llena de deseo a un Richard al cual ya ni le preocupa el libro que tiene que leer para su editor. Sólo le preocupa esa chica que ha posado desnuda para una revista que el atesora en su biblioteca; la que entre otros atributos tiene un par de sensuales rodillas.
(c)Jorge Jofre
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comente esta nota- los comentarios anónimos no se publican