Acerca de Araceli Otamendi, escritora y directora de Archivos del Sur

viernes, 12 de noviembre de 2010

Homenaje a Florencio Sánchez en la Embajada del Uruguay






Florencio Sánchez






(Buenos Aires)



Con una muestra de fotografías y libros y la obra teatral ¿Quién dijo miedo? de Walter Acosta, se homenajeó al escritor y dramaturgo uruguayo Florencio Sánchez a cien años de su muerte. La muestra conmemorativa en la Sala de las Intendencias, preparada también por Walter Acosta, incluye material de colecciones varias, las de la Biblioteca Nacional de Montevideo; el Archivo Fotográfico y Biblioteca del Teatro Nacional Cervantes; la Biblioteca y la Hemeroteca Nacional de Buenos Aires; la Biblioteca y Hemeroteca del Congreso de la Nación y la Biblioteca Argentina del Maestro.



Florencio Sánchez (Montevideo, 1875, Milán, 1910) vivió durante muchos años en la Argentina donde escribió y estrenó varias de sus obras. Clásicos de este autor como “Barranca abajo” fueron puestos en escena – en fragmentos –.

Durante la obra ¿Quién dijo miedo? escrita e interpretada por el autor uruguayo Walter Acosta, éste interpreta a Florencio Sánchez además de sus personajes. El espectáculo teatral incluye material audiovisual.
Cabe destacar tanto la obra, como la interpretación y el audiovisual y el armado general que está también a cargo de Acosta.



Transcurrido un siglo de la muerte de Florencio Sánchez, buena parte de su obra ha vencido el paso del tiempo y afirma su vigencia como testimonio singular de una época y una sociedad aquejadas por problemas que aún no han desaparecido totalmente en nuestros días.



Librepensador anarquista inclinado a la bohemia, escritor genial o maldito según la óptica de admiradores o detractores, nuestro Florencio Sánchez caló honodo en las pequeñas tragicomedias urbanas provocadas por la exclusión social, la explotación en las fábricas o el hacinamiento del conventillo.



Denunció los códigos morales de la burguesía. Descargó su crítica sobre la corrupción política. Examinó las tensiones cotidianas que confrontaban a las clases sociales de entonces y el rol de las víctimas en un proceso perverso que, o las prostituía, o las aniquilaba. Fustigó el atorrantismo de moda, el falso coraje y la flojera existencial. Fue ocasional pero ardiente vocero de la lucha obrera.



Y como si fuera poco, Florencio Sánchez nos entregó dos visiones fundacionales de nuestra más profunda identidad rioplatense: la del gaucho de recia estirpe que lo sacrifica todo, y la de los inmigrantes que uniendo su sangre a la de los criollos iban a enriquecer, como se dice en “La Gringa”, la raza fuerte del porvenir”.



Walter Acosta



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