Dra. Alicia Poderti[1]
En la escritura femenina de cada época se operan algunos mecanismos que buscan legitimar su palabra ‑que por ser "palabra de mujer" tiene diferente valor desde el punto de vista de la credibilidad del sistema masculino dominante. Y es que, en muchos casos, para poder participar en la sociedad, las mujeres tuvieron que transformar sus propios modelos y adecuarlos al sistema expresivo de los hombres ejercitando, incluso, hasta la redundancia.
Este mecanismo tiene que ver con lo que Ineke Phaf expresa acerca de Sor Juana Inés de la Cruz: “Ella tiene que hacerse más barroca que todos los barrocos de su época, que aparentemente eran todos los hombres de España. Es la bomba que desde su posición femenina amenaza al barroco”.
Por ello las autoridades del convento obligarán a Sor Juana a dedicar su tiempo a las “letras sagradas” en vez de escribir “letras profanas”. Esta forma de censura se inscribe dentro de los regímenes de reclusión de mujeres, en un momento en el cual poco importaba si esta reclusión se realizaba en la casa del marido, en la del padre o en la del Señor.
Juana Manuela Gorriti
La primera novelista argentina -que personifica a la Novela y permite describir el proceso de construcción de tres países-, también articuló una práctica escrita que daba cuenta de la situación de rechazo hacia la dominación masculina. Así lo manifiesta la anécdota de Gorriti en la que el poeta Villarán se admira de la "sabiduría" de una estrofa cantada por un callejero: "La mujer que a los treinta/ No tiene novio / Ya puede echarle llave / a su escritorio". Ante lo cual, el personaje femenino responde: "-Al contrario... es precisamente en ese tiempo y en ese caso que yo abriría de par en par la puerta de mi escritorio, y empuñaría la pluma y la haría trabajar sin descanso".
El enfrentamiento con los engranajes del poder ejercidos por los hombres notables de su época también puede leerse en el último libro de Juana Manuela, titulado “Lo íntimo”, en el que los "salvajes de la Pampa ruda" ignoran a las escritoras contemporáneas de la Gorriti. En este sentido resulta significativa la desilusión de la narradora al leer las palabras de quien considerara su amigo, Ricardo Palma: "No sé verdaderamente a cual atenerme de las dos opiniones diversas que Palma expresa sobre “Cocina Ecléctica”. En una carta anterior me decía que como viejo, anhelaba mi “Cocina Ecléctica” por los buenos bocados que promete, y luego en su última se desata en denuestos contra tal publicación, llamándola comienzo de la chochez. ¿Cuál de nosotros chochea en este caso culinario?.
En el siglo XIX, los paradigmas sociales demandados a la mujer tienen como requisito central la formulación de un status de "perfección", un patrón de comportamientos deseados y esperados por las distintas esferas de la vida social: la familia, la economía, la política, la religión, etc. Las ideas revolucionarias de igualdad entre hombres y mujeres ceden visiblemente ante la propuesta de Rousseau acerca de la maternidad como único rol femenino, modelo que recluía a las mujeres dentro de los espacios privados.
Paradójicamente, el eje de comportamientos propuesto por el discurso progresista de la época, que pregonaba el derecho de la mujer a recibir formación y educación especializadas, se sustentaba en el deseo de contrarrestar algunas características negativas de la naturaleza femenina y, a través de una preparación más sistemática, conseguir que las mujeres afrontaran con mayor responsabilidad sus roles históricos de hijas, esposas y madres.
Así, estos cambios sociales no irán más allá de un retoque cosmético que no permitirá a la mujer romper con las obligaciones domésticas y poder dedicarse a funciones profesionales. La resignación encendida ante esta situación puede leerse en la escritura de Juana Manuela: “¡Derechos! ... ¿Creen ustedes, hijos míos, que la mujer tiene para mandar el mundo necesidad de que se los declaren? ¡Bah! Todos saben bien que desde el fondo de su alcoba, lactando a su hijo y arreglando el banquete para el esposo, ordena la confección de las leyes y la caída de los imperios.”
Juana Manso
Otra de las pioneras en el campo literario y, en este caso, en la historia de la prédica feminista en Argentina, es Juana Paula Manso. Ferviente unitaria, debió exiliarse en Montevideo y en Brasil durante el gobierno de Rosas. En Brasil editó un periódico dedicado a las mujeres: “Jornal das Senhoras” (1852) y escribió dos novelas históricas: “Los misterios del Plata” y “La Familia del Comendador”.
Luego del derrocamiento de Rosas, se establece en Buenos Aires y da a conocer el periódico “Álbum de señoritas” (1854) en cuyo número inaugural incluye un artículo que titula "Emancipación de la mujer". Allí sostiene: "¿Por qué reducirla a la mujer al estado de la hembra cuya única misión es perpetuar la raza?". Pronto, su combatividad le acarrearía el rechazo de la Iglesia Católica y de los sectores ultraconservadores, al punto tal que, ya fallecida, se le negó la sepultura en el cementerio de la Capital por razones religiosas.
Domingo Faustino Sarmiento, su gran amigo y defensor, la había nombrado directora de una escuela mixta recién creada. Desde los periódicos de la época, Juana Manso defendió su posición como mujer dentro de la sociedad, expresando: "La Iglesia lo que ha hecho es remachar nuestras cadenas por la dirección espiritual que nos coloca entre dos dueños: el del alma, que lo es nuestro confesor y del cuerpo que lo es el marido."
“La emancipación moral de la mujer es considerada por la vulgaridad como el apocalipsis del siglo. Los unos corren al diccionario y exclaman: ¿Ya no hay autoridad paterna? ¡Adiós despotismo marital! ¡Emancipar a la mujer! ¡Cómo! Pues ese trasto de salón (o de cocina), esa máquina procreativa, ese cero dorado, ese frívolo juguete, esa muñeca de modas, será un ser racional? ¡Emancipar a la mujer! ¿Qué viene a ser eso? ¿Concederle el libre ejercicio del libre arbitrio? Pero si reconocemos en ella que Dios le dio una voluntad, que la hizo libre como a nosotros hombres, entonces la habremos hecho bonita! Y dejará de ser un valor nulo! ¡Y qué trastorno social, qué caos!
¿Cómo (dicen los empecinados) después de tratar a la mujer como nuestra propiedad, tendríamos que reconocer que ella es nuestro igual! Habríamos de ser justos, respetuosos y comedidos con ellas? ¡No puede ser!” (Juana Manso, artículo del periódico “La Ilustración argentina”, 1853).
Así, la subjetividad femenina encuentra su espacio en el periodismo, desplegando las estrategias que integran a la mujer escritora en la atmósfera liberal de las sociedades modernas.
(c) Alicia Poderti
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