Acerca de Araceli Otamendi, escritora y directora de Archivos del Sur

domingo, 15 de mayo de 2011

Alberdi: escritos recobrados Por Alicia Poderti

ALBERDI: escritos recobrados

signos de un país en construcción


Dra. Alicia Poderti[1]





Pocos años antes de su muerte, Alberdi pidió expresamente que quemaran todos sus escritos inéditos. Sin embargo, la vida solitaria del intelectual tucumano quedó plasmada en un conjunto de papeles que fueron rescatados en un libro del Fondo Nacional de la Artes titulado “Mi vida privada y otros textos”. La colección de autobiografías, memorias y libros olvidados fue dirigida por Horacio Salas con un estudio de Miguel Espejo. 




Los textos aquí compilados permiten conocer algunos aspectos poco conocidos de la personalidad introspectiva de Alberdi, la dimensión de su obra ficcional y la defensa de principios raigales, como aquellos que lo llevaron a enfrentarse con Sarmiento y Mitre. La conflagración con el intelectual sanjuanino se tradujo en la batalla periodística entre las “Cartas quillotanas” de Alberdi y “Las ciento y una” de Sarmiento. Con Mitre, la enemistad sobrevendría a raíz de la oposición de Alberdi a la Guerra del Paraguay. Como corolario de esta actitud, el Presidente solicitó su renuncia como diplomático “Encargado de Negocios de la Confederación Argentina” ante varios estados europeos.


Construir un país desde la orfandad


“Mi madre había cesado de existir, con ocasión y por causa de mi nacimiento. Puedo decir, como Rousseau, que mi nacimiento fue mi primera desgracia.” La confesión de Alberdi y su trayecto solitario por la vida se conjugan con la lucidez del hombre que diseñaría la biografía del país.

Como expresa Miguel Espejo: “Celoso de su honestidad intelectual, política y privada, dotado de una fineza natural, las mujeres (varias) no dejaron de advertir la melancolía y la serena tristeza que se manifestaban en su mirada y en las fotografías que llegaron hasta nosotros. Rara vez una mujer se resiste al abismo de una orfandad y de un ser abandonado. Por otra parte, nacido en 1810, pocos hombres se identificaron de tal manera con una patria que nacía y nadie como él estuvo físicamente tan lejos de ella, por una elección personal y por un desdén casi inocultable hacia lo que se denomina la carrera por el poder”.

Marcado por la ausencia prolongada de su tierra, Alberdi pergeñó el futuro transculturador de la Argentina. En la etapa de construcción nacional alentaría el proyecto de la inmigración europea como factor de progreso económico y de crecimiento demográfico, ideas centrales en sus “Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina”, publicadas en 1852. Animaba esta empresa poblacional el argumento de que la inmigración era imprescindible para modificar los hábitos del pueblo argentino, estrategia que era planteada en estos términos: ..."la Europa nos traerá su espíritu nuevo, sus hábitos de industria, sus prácticas de civilización, en las inmigraciones que nos envíe".

Podemos afirmar, siguiendo a Miguel Espejo, que “Alberdi fue, si el término no desvirtúa más de lo necesario, uno de los constructores de este país. Argentina no sería la misma sin él. Ha dejado huellas de largo alcance y su sombra se sigue proyectando incluso hacia el Segundo Centenario de la Revolución de Mayo”.


La revolución inteligente
En la librería de Marcos Sastre, Alberdi conoció las facetas de la vida social y comenzó a participar en el Salón Literario. Como producto de las tertulias y lecturas en este ámbito nacieron sus opúsculos, como “Memoria descriptiva sobre Tucumán”.  Al cabo de seis meses de reuniones, el Salón fue clausurado por Rosas, que entendía que quienes allí concurrían se extralimitaban al estudiar problemas públicos.

Desaparecido el Salón, la juventud abandonó la revolución inteligente y se entregó a la revolución armada. Pero Alberdi continuaría la guerra abierta contra la tiranía desde Montevideo y a través de las páginas de “El Nacional”, espacio que aunaba a los grupos de exiliados en el Uruguay. Las reflexiones de "Figarillo" -seudónimo periodístico de Alberdi- aparecen también en las páginas de “El Iniciador” con anécdotas y reflexiones que ironizan sobre la función social del escritor.

En los primeros años de destierro, el tucumano escribe varios textos de carácter satírico, caricaturesco y con tono político-militante, como “La Revolución de Mayo, crónica dramática en cuatro partes”. Las anécdotas de sus viajes a Europa y la ironía social y política desplegadas por "Figarillo" encuentran su cauce en “El Edén”, “Tobías o la cárcel a la vela” y “Peregrinación de Luz del Día o Viaje y aventuras de la Verdad en el Nuevo Mundo”.

La coyuntura socio-literaria de la generación de Alberdi se define a partir de lo que se ha llamado el "realismo romántico", cuya motivación primordial se centró en la figura de Rosas y en la necesidad de lograr una independencia política. Esta actitud crítica del presente inmediato puede rastrearse especialmente en el teatro satírico producido por los proscriptos. En la obra de Alberdi titulada “El gigante Amapolas y sus formidables enemigos, o sea fastos dramáticos de una guerra memorable” (1842), se sustancia una de las profusas caricaturas del Restaurador que circularon durante ese período.

Alberdi transcurrió su vida cabalgando permanentemente entre la dimensión creativa y la pasión analítica. Crónica periodística, música, drama, sátira, artículo de costumbres, sermón político... Con el transcurrir del tiempo la escritura que esconde la veta literaria de Alberdi ha quedado prácticamente eclipsada por su obra constitucional y su producción más reflexiva.



Alberdi y el “país posible”


“Si hay escritos que dan aplausos, simpatías, empleos, dinero, los de Alberdi no pertenecen a ese número, sino a los que dan odios, destierros, persecuciones, suplicios, sin perjuicio del respeto que se revela hasta por esos rigores, y que se agranda a medida que la justicia se hace conocer y recibe su ejecución. (...) Sus escritos son de oposición y resistencia al dinero, al fuerte, al poseedor de todo el poder y riqueza de la nación despojada. Así, el autor, pudiendo ser rico, teniendo reputación, abierto y accesible al camino de los empleos lucrativos, ha preferido la pobreza, la oscuridad de la vida en país extranjero, antes que callar lo que ha creído ser la verdad útil para su país.

Cuando el cinismo de los que compran su lujo y su brillo con sus escritos adulones y venales se haya cansado de poner a toda una nación a los pies de la localidad rica que les compra el alma, la voz y la conciencia; -lo cual sucederá el día de la redención nacional-, los escritos de Alberdi serán cubiertos del respeto que merece la palabra alta, sana, varonil que interesa al mayor número, en que reside la nación, aunque arruine a su autor generoso.”

      JUAN BAUTISTA ALBERDI (“Mi vida privada y otros textos”)






[1]  Investigadora de carrera del (CONICET) CONSEJO NACIONAL DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS Y TÉCNICAS. 

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