(Buenos Aires) Jorge Jofre
“Hay dos maneras de difundir la luz: ser la vela que lo emite o el espejo que lo refleja”
Ling Yu Tang
Recuerdo que Enter the Dragon ( Robert Clouse; 1973), es el tercero y el último de los filmes que Bruce Lee protagoniza en Hong Kong a pocos meses de su muerte. Un filme que contiene una de las escenas más notables que haya dado lo que se podría denominar como un cine de acción; donde Clouse hace dialogar la cámara con el cuerpo del luchador y los espejos que lo circundan.
Leo un diccionario: Especulum ,especchio, mirror, espejo: tabla de cristal azogado por la parte posterior para que se reflejen en él objetos puestos por delante ….busco una definición de espejo, pero eso no me alcanza para explicar la recordada escena donde Lee ( Bruce Lee) lucha sólo por el honor; sólo por la venganza…sólo por matar al villano Han.
Creo que la secuencia final filmada por Robert Clouse no cumple exclusivamente con el rol de homenaje a la no menos memorable escena de los espejos de La dama de Shangai de Wells sino que es el recurso para enmarcar la venganza de Lee. A Wells la escena le había permitido crear un estado de desequilibrio en el final del filme; a Clouse la confusión generada por los espejos le sirve, entre otras cosas, para otorgar mayor suspenso y dramatismo a la lucha entre Lee y Han.
En el Wells de La dama de Shangai los espejos, en una de las secuencias finales, construyen un clima que teje más densa una trama cargada de engaño… Mike O ‘Hara, recién allí descubre que el señor y la señora Bannister juegan con él comportándose como verdaderos villanos.
A diferencia de O ‘Hara, Lee, sabe de antemano, en el Enter the Dragon de Clouse, que Han es un villano. El director imagina entonces a los contendientes en un combate final enmarcado por espejos que reflejan los cuerpos y confunden hasta a los propios protagonistas.
Miro una y otra vez la secuencia de Clouse y entonces me pregunto: ¿Estoy viendo a los luchadores o sólo un reflejo de los mismos? …no sé en que momento los veo a ellos o veo su reflejo en el cristal azogado; verdadera paradoja de una realidad. Recuerdo el mito platónico de la caverna, acaso solamente estamos viendo las siluetas sombrías de los contendientes; los espejos nos engañan y sólo vemos lo que ellos nos permiten ver.
Lee esta visible ante la cámara, o sólo vemos su figura deslizarse por sobre los innumerables cristales que recubren las paredes del recinto: es nuestra gran incógnita…entonces hasta podemos llegar a suponer que Lee no camina; que es sólo un reflejo sobre el azogue; casi una especie de espectro vengador.
Traigo a la escena de la reflexión aquel escrito de Brea sobre el tema de la fragmentación, leo en una parte del párrafo inicial: “Para Benjamín, la constelación de la obra y la de su reproducción técnica viven a distancia, no cabe la posibilidad de confundirlas…” Para Walter Benjamín, una cosa es la obra de arte y otra toda posible forma de reproducción técnica de la misma. Si transcribo estos conceptos a la secuencia fílmica reemplazando la relación obra de arte/reproducción técnica por cuerpo de Lee/espejos, acaso la cámara de Clouse no es el ojo que captura ambas cosas simultáneamente: el cuerpo del luchador y el cristal azogado que devuelve la imagen del mismo…no hay distancia entre una y otra cosa, la misma se desvanece.
Confundir para ganar. De ello saca partido Lee con ese desvanecimiento del límite entre su cuerpo y el cristal que refleja. Recuerdo que Perseo debió utilizar un espejo para cortar la cabeza de la monstruosa Medusa, cuya sola mirada era mortal. Ahora tengo en claro que el espejo no provoca confusión únicamente; es uno de los medios que viabiliza la victoria de Lee.
De todos modos Lee necesita de su cuerpo para matar…necesita cada fibra muscular; cada latido de su corazón; los económicos y precisos movimientos; sus pies deslizándose casi sin tocar el suelo…por eso en el final de la secuencia es que se rompen los espejos y el aparece en la contundencia de su físico.
Ahora su cuerpo se expone ante la cámara del director, librado de los cristales que le viabilizaron la victoria. La fuerte juntura de los planos que determinan la secuencia del combate y desvanecen el límite entre cuerpo y espejo, me conduce a observar que esa presencia final del físico de Lee, emergiendo de entre los cristales rotos volatilizados es un exitoso intento de Clouse por mostrar como “enmarcado de lujo” el final del relato de una venganza.
(c)Jorge Jofre
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