(Buenos Aires)
En el año 2000 publiqué un ensayo sobre el libro El imperio del cinismo de Patricio Lóizaga
(Buenos Aires, 1954-2006), poeta, ensayista, director de la revista Cultura segunda época y dirigente cultural. El libro abarca diversos aspectos de la cultura contemporánea de los años ´90 y fue presentado en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, en la Sala Victoria Ocampo, con un diálogo público entre Patricio Lóizaga y yo, del que posteriormente participó el público haciendo preguntas.
A continuación publico un fragmento del ensayo dedicado a la televisión de esos años, los `90. porque creo que está vigente y en relación con la televisión que estamos viendo actualmente excepto en canales como Encuentro que depende del Ministerio de Educación o Pakapaka, destinado al público infantil y también dependiente de ese ministerio y la televisión pública y otros dedicados a proyectar cine y programas sobre arte.
Mi ensayo se titula "El imperio del cinismo: Cómo leer el fin de siglo e introducirse en el nuevo que comienza. Un nuevo renacimiento o la fascinación de lo imposible" y fue publicado en el año 2000 en la revista Cultura segunda época.
La televisión en los años ´90
Lo que el ensayista canadiense Marshall Mc Luhan disparó con su célebre frase "El medio es el mensaje" en su libro La galaxia Gutemberg, se encuentra perfectamente desarrollado en el capítulo dedicado a la televisión. Así, Patricio Lóizaga define a la televisión de los años noventa "con una vocación aparentemente desenmascaradora, sin límites, donde convivieron la posibilidad de exhibir lo peor de la sociedad en sus conductas individuales y sociales y la posibilidad, también, de convertir "lo peor" en un espectáculo". La televisión manipula, dice Lóizaga; los espectadores son eso, consumidores de espectáculos más que ciudadanos. Y ejemplifica con un film: Natural Born Killers, de Oliver Stone, titulado en la Argentina Asesinos por naturaleza y, en España, Asesinos natos. El poder consumista, con su supuesta tolerancia, nos ha demostrado muy a menudo que tanto el individuo como la sociedad van hacia atrás o empeoran.
Hay que tener la fuerza de la crítica totol, del rechazo, de la denuncia contra lo que parece profundamente racional. Lóizaga lo resume asombrosamente en este capítulo, analizando el caso de esta película protagonizada por dos personajes, una adolescente y un carnicero - Mickey y Mallory - que se enamoran y viven una frenética luna de miel desafiando la ley, al mejor estilo de Bonnie and Clyde. Presentados como perdedores, dos infelices que deben someterse cotidianamente a un mundo injusto, los protagonistas se "redimirán de la mano del crimen", y el saldo serán cincuenta y tres víctimas. Estos criminales, convertidos en líderes por muchos
jóvenes que no sólo los justifican, sino que los idolatran, son producto de una sociedad con un alto grado de enfermedad. Porque, ¿cómo juzgar a estos criminales si en la "era del hedonismo" no hay elección posible entre el bien y el mal? Lo que la televisión ofrece no se trata de una enseñanza como en la escuela, sino de ejemplos. Las aventuras de Mickey y Mallory, que terminan con la transmisión en vivo de su captura y asesinato, pueden ser leídas, dice Lóizaga en un análisis lúcido y riguroso, como la más acabada síntesis de la problemática de la relación medios, violencia y opinión pública en los años noventa.
También en el capítulo referido a la televisión hay un espacio dedicado a tratar el tema de los intelectuales y ese medio, donde concluye, en síntesis, cómo los intelectuales y el público quedan sometidos al silencio. Asimismo se analiza el caso de la cadena MTV, que se constituye como una neutralización de la crítica al sistema; y el caso de Matt Groening, autor de origen marxista y creador de Los Simpson: para muchos, según Lóizaga, la más ácida autocrítica de la clase media norteamericana.
En el año 2000 publiqué un ensayo sobre el libro El imperio del cinismo de Patricio Lóizaga
(Buenos Aires, 1954-2006), poeta, ensayista, director de la revista Cultura segunda época y dirigente cultural. El libro abarca diversos aspectos de la cultura contemporánea de los años ´90 y fue presentado en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, en la Sala Victoria Ocampo, con un diálogo público entre Patricio Lóizaga y yo, del que posteriormente participó el público haciendo preguntas.
A continuación publico un fragmento del ensayo dedicado a la televisión de esos años, los `90. porque creo que está vigente y en relación con la televisión que estamos viendo actualmente excepto en canales como Encuentro que depende del Ministerio de Educación o Pakapaka, destinado al público infantil y también dependiente de ese ministerio y la televisión pública y otros dedicados a proyectar cine y programas sobre arte.
Mi ensayo se titula "El imperio del cinismo: Cómo leer el fin de siglo e introducirse en el nuevo que comienza. Un nuevo renacimiento o la fascinación de lo imposible" y fue publicado en el año 2000 en la revista Cultura segunda época.
La televisión en los años ´90
Lo que el ensayista canadiense Marshall Mc Luhan disparó con su célebre frase "El medio es el mensaje" en su libro La galaxia Gutemberg, se encuentra perfectamente desarrollado en el capítulo dedicado a la televisión. Así, Patricio Lóizaga define a la televisión de los años noventa "con una vocación aparentemente desenmascaradora, sin límites, donde convivieron la posibilidad de exhibir lo peor de la sociedad en sus conductas individuales y sociales y la posibilidad, también, de convertir "lo peor" en un espectáculo". La televisión manipula, dice Lóizaga; los espectadores son eso, consumidores de espectáculos más que ciudadanos. Y ejemplifica con un film: Natural Born Killers, de Oliver Stone, titulado en la Argentina Asesinos por naturaleza y, en España, Asesinos natos. El poder consumista, con su supuesta tolerancia, nos ha demostrado muy a menudo que tanto el individuo como la sociedad van hacia atrás o empeoran.
Hay que tener la fuerza de la crítica totol, del rechazo, de la denuncia contra lo que parece profundamente racional. Lóizaga lo resume asombrosamente en este capítulo, analizando el caso de esta película protagonizada por dos personajes, una adolescente y un carnicero - Mickey y Mallory - que se enamoran y viven una frenética luna de miel desafiando la ley, al mejor estilo de Bonnie and Clyde. Presentados como perdedores, dos infelices que deben someterse cotidianamente a un mundo injusto, los protagonistas se "redimirán de la mano del crimen", y el saldo serán cincuenta y tres víctimas. Estos criminales, convertidos en líderes por muchos
jóvenes que no sólo los justifican, sino que los idolatran, son producto de una sociedad con un alto grado de enfermedad. Porque, ¿cómo juzgar a estos criminales si en la "era del hedonismo" no hay elección posible entre el bien y el mal? Lo que la televisión ofrece no se trata de una enseñanza como en la escuela, sino de ejemplos. Las aventuras de Mickey y Mallory, que terminan con la transmisión en vivo de su captura y asesinato, pueden ser leídas, dice Lóizaga en un análisis lúcido y riguroso, como la más acabada síntesis de la problemática de la relación medios, violencia y opinión pública en los años noventa.
También en el capítulo referido a la televisión hay un espacio dedicado a tratar el tema de los intelectuales y ese medio, donde concluye, en síntesis, cómo los intelectuales y el público quedan sometidos al silencio. Asimismo se analiza el caso de la cadena MTV, que se constituye como una neutralización de la crítica al sistema; y el caso de Matt Groening, autor de origen marxista y creador de Los Simpson: para muchos, según Lóizaga, la más ácida autocrítica de la clase media norteamericana.
(c) Araceli Otamendi - Archivos del Sur
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