Acerca de Araceli Otamendi, escritora y directora de Archivos del Sur

jueves, 2 de agosto de 2012

Marta, la cantinera por José Respaldiza Rojas



(Lima) José Respaldiza Rojas
Nuestra historia oficial presenta unos vacíos enormes desde hace mucho tiempo sin que nadie o muy pocos intentan completarla. Ese es el caso de las mal llamadas rabonas, que en México se les conoce con el nombre de soldaderas.
Eran mujeres que marchaban a la retaguardia de los soldados de infantería, seguían sus huellas realizando un conjunto de tareas de sostén y apoyo como proveerse de los alimentos, acarrea leña, juntar agua, guisar rápidos potajes, lavar, coser, zurcir, parchar, la ropa y el uniforme, amamantar a los bebes y a la llegada de a noche, con la complicidad de una piel de cabra y una sábana, complacer el eros de su compañero.
Los oficiales permitían que las mujeres de los reclutas participaran de la vida militar. Esas mujeres serranas o mestizas, las más de las veces podían ser, sus madres, hermanas, esposas y sus parejas; no faltaban algunas mulatas cuasi cimarronas.
Quizá a ellas les debamos algunos platos de la variada gastronomía nacional, como un aguadito con menudencias, o un olluquito con charqui, una humita, un chirimpico, un cau cau, una papa rellena, una mala rabia, un tamal, una fritanguita, una carapulcra, un adobo de chancho, una papa a la huancaína, los choncholíes, sin faltar la chicha de maíz morado, de jora o las desaparecidas chichas de maní, garbanzo, molle, miga de pan, de harina; o dulces con el ranfañote, el camotillo, el frejol colado.
Nuestro Pancho Fierro nos legó varias estampas de nuestras aguerridas rabonas.
Por suerte la historia, en parte oculta, quiso rescatar la hazaña de Marta La cantinera, cuyo nombre es María Olinda Reyes, mujer de ñeque que luchó en la Guerra del Pacífico, en la montonera de Chincha, en Ica; era una mulata de estatura un poquito más alta del común de nuestras mujeres, grandes ojos negros de mirada arrobadora, cintura de tentación y un trasero de repisa propio de la gente del pelo, era enérgica, de rápidas decisiones y a veces un poco intrépida.
Antes veamos quién gobernaba en nuestra patria. El héroe de la Breña, elegido presidente entre1886 a 1890 realizó un buen gobierno, pero en 1894 vuelve a postular y logra ser ungido presidente por segunda vez, mediante un proceso electoral no muy claro y asume ese mandato en agosto de ese año, aunque el país se encuentra sumergido en una grave crisis económica, los servidores públicos están impagos, cunde la represión y las cárceles se abarrotan de presos y las ciudades se llenan de soplones. Circulan pasquines contra el gobierno, como El esqueleto del tuerto.



Si ese tuerto bandido muriera


y muriera también la Melón,


el Perú levantara la frente


que le cubre ignominia y baldón

¡ Viva Piérola! gritan los pueblos


con Oré, Seminario y Durand,


se han unido el Civil y el Demócrata


por la patria y por la libertad.


fragmento


Vals peruano de antaño



En varias provincias del país surgen montoneras antigubernamentales. Los seguidores pierolistas se alían con el Partido Civil formando La Coalición. Don Guillermo Billinghurst es el encargado de viajar a Chile en busca de Nicolás de Piérola, para que asuma el liderazgo de la Coalición, agrupación que logró juntar más de dos mil hombres.
En la madrugada del domingo 17 de marzo de 1895 un grueso grupo montonero encabezado por Nicolás de Piérola entra por la Portada de Cocharcas, a fuego limpio y arrollan a los soldados del gobierno, avanzan hasta la Plazuela del Teatro donde instalan su cuartel general. Los montoneros ingresan por distintas portadas En una, la columna de vanguardia, que ingresa por la antigua hacienda San Borja, al mando del coronel Felipe Santiago Oré, van también su hija y lugarteniente La Goya Oré y Marta La Cantinera. Esta última es herida tras capturar una pieza de artillería.



Valientes coalicionistas


que por Cocharcas entraron


y estando en Lima gritaron


¡ Que mueran los caceristas!

fragmento

Marinera peruana de antaño



Las tropas caceristas ,con su kepi rojo, jalan mulas, que a su vez arrastran cañones, que son instalados en varias plazas, desde una de ellas se disparan bombas contra el camino que une Lima con el Callao. A medio día se pelea por todo Lima, bueno, de la Lima de entonces. Las torres de las iglesias sirven de atalayas desde donde abren fuego francotiradores, los techos de las casas se vuelven trincheras.



Muchachos, vamos a Lima,


que viene la montonera:


Felipe Santiago Oré


con Marta la Cantinera.


Fragmento

Marinera peruana de antaño



Las calles muestran dolidos heridos, también hay muertos por doquier. Las tropas caceristas luchan con denuedo. La Cruz Roja conjuntamente con las compañías de bomberos cruzan la ciudad en busca de heridos que luego trasladan a casas de buenos vecinos donde son atendidos lo mejor que pueden. Las compañías Cosmopolita y Garibaldi, de Chorrillos no cesan de recoger heridos, las tropas de ambos lados respetan a los bomberos.


Don Isaías y Oré


con Marta la Cantinera


maneja una fuerza entera


esa valiente mujer.

fragmento

Décima de pie forzado



Cae la tarde y al ingresar la noche se encienden fogatas, algunos soldados sacan sus guitarras para acompañar a cantores populares.


Agua de los montes


la brisa del mar:


Piérola en Cocharcas


y el doctor Durand.

fragmento

Fuga de antigua resbalosa



Cantan hasta el amanecer, una taza de café con pólvora entona el cuerpo. Se escuchan los primeros disparos, a guardar la guitarra y empuñar el fusil. Estamos marzo, pero el calor veraniego continua y los cuerpos muertos se hinchan, ahora hacen su presencia las moscas la muerte y el hedor que se desprende flota por calles y plazas Arrecia la montonera, hay que capturar la torre de Santo Domingo, un soldado leal al gobierno impide que nadie pase. Marta La Cantinera se pone el fusil a la banderola y se tira a rampar lo mas pegado al suelo, la balas silban sobre su cabeza, ella se arrastra despacio para no atraerla atención del francotirador, son diez largos minutos. En eso sus compañeros se dan cuenta que el francotirador observa un movimiento y dirige su fusil, cuando se escucha:



- Marta ¡¡Cuidado!!



Ella hace rodar su cuerpo hasta chocar con la pared. Se pone de pie en el preciso instante que una bala cae en el lugar donde antes estuvo su cuerpo. Camina con lentitud hasta poner al francotirador en su mira. Sus compañeros contienen el aliento y



PEEENNN



Suena una bala que le cae en una pierna, ella no se mueve, jala el gatillo y francotirador abajo. La montonera avanza y ocupa la torre de Santo Domingo Esta hazaña le valió para ganar el grado de capitana y un torniquete impide que la hemorragia acabe con su vida. Los vecinos de Lima tiemblan con el retumbar de cada cañonazo. Las moscas de la muerte zumban por todas partes, vuelan sobre el cadáver putrefacto de un montonero, soldado cacarista.



Con palio y dos monaguillos sale Monseñor Macchi, nuncio apostólico.



Tilínnn Tilínnnn Tilínnn



Suenan las campanilla y por donde pasan hacen el alto al fuego, se anuncia una tregua para enterrar los cadáveres en previsión a que se desate alguna peste. Ambos bandos llevan mulas y encima colocan tres o cuatro muertos, los sujetan con sogas de maguey y van directo a zanjas abiertas. Trabajan casi un día pues hay más de mil occisos insepultos. Un somero balance hace ver que el ejército de Cáceres está casi intacto y los montoneros han agotado sus municiones, mas de dos mil heridos esperan una atención, hay que parar esa carnicería El Cuerpo diplomático representado por los Ministros de Chile, Francia, Italia y Gran Bretaña, junto con el Nuncio apostólico realizan gestiones para ver quien cede.

Finalmente Cáceres y Piérola aceptan que se forme una Junta para que convoque elecciones generales y, además, se respeten los grados concedidos durante la campaña. Así Marta La Cantinera ostenta con mucho orgullo, desde ese momento, el grado de Capitana, y quizá sea esta la única vez que la historia oficial se ocupe de ti. Gloria a ti mujer del pueblo.

(c) José Respaldiza Rojas
escritor
Lima
Perú

imagen: Pancho Fierro, Rabona y soldado, acuarela







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