(Montevideo) Magda Lago Russo
Hay mujeres que
salieron de historias literarias y se quedaron en la memoria para siempre. Pocas veces se estudió el papel protagónico que han cumplido en la literatura
universal, las escritoras y sobre todo, los personajes femeninos.
Extraídas de la literatura clásica también de la literatura latinoamericana, y
mundial, como: Julieta (Romeo y Julieta de Shaskespeare), Penélope (La Odisea de Homero), más acá
en el tiempo Nora (Casa de Muñecas de Ibsen) (Madame Bovary de Flaubert) y una
multiplicidad de personajes femeninos que
renacen en nuestra memoria y en apretada síntesis trataremos de recordar.
Yocasta - Edipo rey -
Sófocles
Yocasta, en la mitología
griega, era reina de Tebas.
Yendo hacia los clásicos, imposible olvidar la sobria y
trágica figura de Yocasta reina de Tebas que se mata ante la
evidencia de la verdad: ha colaborado con el cumplimiento de la terrible profecía
que anticipaba que se casaría con quien no sólo era el asesino de su esposo,
sino también su hijo. Yocasta encarna el temor de conocer la verdad, la
inseguridad ante el azar que se desconoce o el sino que la condena. La tragedia siempre estuvo ahí,
pero sólo se hizo efectiva cuando salió a la luz, cuando se volvió evidencia.
La duda induce la desconfianza y destruye la seguridad en que parecía estar la
divina Yocasta. La consciencia de los errores constituye la tragedia de
Yocasta. Más exactamente su error fue la impiedad, no la incredulidad. Impiedad pues desde el principio se quiso
modificar el destino, se quiso ir contra los dioses. Tal querer modificar el
destino implica una creencia indirecta en él, no la incredulidad en aquello.
Otra cosa es que el tiempo, como nos lo dice magistralmente Sófocles, se haya
encargado de volver incrédula a la increíble Yocasta.
Penélope - La Odisea - Homero
Representa la abnegada y fiel esposa en una situación muy
delicada. Debe utilizar su tenacidad, resistencia, ingenio e imaginación para
hacer frente a los pesados pretendientes. Además es una mujer que, en su
aparente pasividad, está activa: teje y desteje el sudario de Laertes para
entretener a sus múltiples pretendientes, mientras Odiseo navega por los mares.
Saca fuerzas de flaqueza y aunque está a punto de derrumbarse resiste.
En la figura de Penélope se muestra claramente la
dependencia que tienen las mujeres de los hombres. La necesidad que tiene
Penélope de Odiseo y su pesar por ser asediada por sus pretendientes en su
propia casa, son expresadas de forma conmovedora cuando Homero compara el deseo
de Penélope de reunirse con Odiseo, con la situación de un náufrago que está a
la vista de tierra. Este símil nos indica que Odiseo (aunque literalmente había
naufragado) sufrió menos en sus viajes que Penélope con sus pretendientes.
Vive sola, es autónoma e inquietante a los ojos de los
hombres.
Beatriz Portinari- La Divina Comedia – Dante Alighieri,
Llamada también Bice, dama florentina, que fue idealizada
por Dante en su Vida nueva y sobre todo en la Divina Comedia.
Dante la conoció cuando era una niña de nueve años y no volvió a verla hasta
nueve años después. Esta mujer se casó con Simón Di Geri alrededor del año 1287
y murió en el año 1290. Al enterarse de su muerte el autor recordó aquel amor
con aun más fuerzas y habló de ella en los poemas de “La vida nueva” y la
convirtió en su gran inspiración en el canto XXX del Purgatorio. Beatrice reemplaza
a Virgilio como guía del poeta Hay que tener en cuenta que cuando Dante vio por
primera vez a su amada, ella lucia un vestido rojo.”Sobre el cándido velo, orla de oliva Dama me apareció, tras verde
manto, Vestida de color de llama viva” Otra versión de la historia refiere
que la inventó por completo. Sin embargo, nunca Dante proporciona en sus
escritos indicaciones respecto a la identidad "civil" de este
personaje, que es sobre todo simbólico
Dña. Jimena, Dña. Sol, Dña. Elvira – Poema del Cid -
Anónimo
Estas damas, esposa e hijas del Cid,
tienen una función accesoria y son funcionales a los objetivos del protagonista
y del poeta. El héroe, a través de las hijas, logra obtener una posición
económica y social mejor; el cantor se sirve de los personajes femeninos para
enaltecer la figura del protagonista.
El autor nos enseña los aspectos
domésticos y familiares de la vida del héroe para subrayar su humanidad. No es
casual que la acción central consista en el primer casamiento de sus hijas, que
causará la venganza del Cid y nuevas bodas más ventajosas. Estos aspectos
sirven también para crear una impresión de verosimilitud a nivel humano, que se
relaciona con el concepto de “historicidad”
Personajes
femeninos testimonio de la ternura, del sentimiento en su forma más pura. Más
aún Jimena es la esposa perfecta y Doña Sol y Doña Elvira, dos modelos de
inocencia y virtud filiales. El papel de las mujeres es enteramente pasivo incluso los parlamentos de las hijas del Cid,
son escasos, todas están subordinadas en todo a la voluntad del jefe del hogar.
En su “Credo”, Jimena relaciona nuestro
héroe con un ángel y coloca toda su acción en un plano universal, deseado por
Dios y enaltece su figura a nivel
sagrado.
También Doña Elvira y Doña Sol son
utilizadas muy bien por el poeta, en su intención de subrayar las calidades
humanas del protagonista. Las dos hijas son obedientes y son consideradas
“peones en la lucha para el poder”. El Cid siente por ellas la ternura de un
padre, pero las mueve como juguetes en el tablero de la guerra, como cualquier
señor medieval hacía con sus mujeres. Y en esto el Cid no tiene ninguna actitud
especial o sagrada.
Julieta -Romeo y
Julieta – W. Shakespeare
El desarrollo del personaje de Julieta es paralelo al de
Romeo. La diferencia principal, estriba en que su comportamiento, al tomar en
sus manos su propio destino, es un desafío tanto hacia sus padres, como hacia
la sociedad, pese a su juventud no se acobarda ante los acontecimientos
adversos, también es consecuente con sus principios amorosos, pues no duda en
quitarse la vida al encontrar a Romeo muerto.
Ofelia - Hamlet – W. Shakespeare
Ella simboliza la pureza, la inocencia, todo lo contrario al
resto de los personajes y de la trama de la obra, que trata de una venganza. Ofelia al final
enloquece y fallece en el agua rodeada de flores, que son un símbolo de ella
misma, la belleza, la pureza. Enloquece por amor, Hamlet sin querer mata a su
padre y ella está muy enamorada de él
por lo que este hecho la trastorna, además Hamlet empieza a desarrollar un odio general
por las mujeres y rechaza a Ofelia.
Ofelia para Hamlet es el ideal del sentimiento.
“Los que la han visto
vivir como ha vivido, en la perfecta sinceridad de su inocencia; enloquecer
como ha enloquecido, embelleciendo la aflicción, el dolor y el mismo
infierno", según dice su hermano.
Doña Inés - Don Juan
Tenorio – José Zorrilla
Inés desde muy pequeña vivía en el convento
de Calatrava, por orden de su padre, y a consecuencia de esto, su vida era
monótona y llena de soledad, no conocía prácticamente nada de la vida y tampoco
había tenido infancia. Era ingenua ya que creyó que el convento ardía cuando
don Juan la secuestró, bondadosa, cándida ymuy buena.
Era a la vez una mujer preciosa y muy bella, el sueño de cualquier hombre ya que era la virtud hecha persona. Murió de pena cuando su prometido mató a su padre, esta muerte representa la entrega del alma de Inés a Dios para purificar la de don Juan. El fantasma de ella se le aparece tres veces al Tenorio, para avisarle que debe arrepentirse de la mala vida que ha llevado. En la última aparición le salva de las puertas del infierno y le da la oportunidad de morir junto a ella, es decir, de morir por amor.
Era a la vez una mujer preciosa y muy bella, el sueño de cualquier hombre ya que era la virtud hecha persona. Murió de pena cuando su prometido mató a su padre, esta muerte representa la entrega del alma de Inés a Dios para purificar la de don Juan. El fantasma de ella se le aparece tres veces al Tenorio, para avisarle que debe arrepentirse de la mala vida que ha llevado. En la última aparición le salva de las puertas del infierno y le da la oportunidad de morir junto a ella, es decir, de morir por amor.
Emma - Madame Bovary -Gustavo Flaubert
Publicada en 1857. Habla sobre una mujer común, casada y
católica que siente el amor de una manera pasional por su amante y que
sobrepasa los límites de la moral impuesta por una sociedad hipócrita, que no
duda un instante en condenar sus acciones, por más honestos que sean sus
sentimientos. Finalmente, por haber roto los cánones de la educación y las buenas
costumbres, le proveerá de una muerte en la miseria. Por esta mujer, por la
descripción completa que Flaubert hace de ella, Madame Bovary, la novela, fue
considerada una obra maestra del realismo. En la apasionada, romántica y
adúltera Emma, Flaubert examina en detalle la esencia de lo humano hasta el
punto de darle una vida para siempre a su personaje protagónico.
Nora - Casa de Muñecas
– Henrik Ibsen
Hay rasgos en Nora, que recuerdan a los de Emma Bovary, lo
mismo que existen no pocos paralelismos entre el escándalo que, en 1879,
provocó el estreno de Ibsen y el que desencadenó la publicación de la novela de
Flaubert. Mientras que en este último caso la sociedad francesa, y por
extensión europea, se negaba a ver representado el adulterio, en el de Casa de
muñecas el rechazo era de otra índole: Nora cuya banalidad es comparable a la
de Emma Bovary, no rompe los lazos de familia para realizar sus sueños
románticos, sino para conquistar su independencia como ser humano. Pero la felicidad de Nora, su
conformidad con la vida que le ha tocado en suerte, no significa que, como
Emma, no se haya entregado a un ideal. Por lealtad a su marido, Nora ha sido
capaz de la mentira y el delito en cambio él, por su parte, la repudia cuando
teme que se puede ver comprometido. Al
pasar el peligro para él, le ofrece que
siga siendo, su esposa. Es ahí donde el auténtico milagro tiene lugar:
las máscaras caen de repente. Nora, desengañada, le anuncia su deseo de
abandonar la familia. Él le recuerda, por su parte, “los deberes más sagrados”
de una mujer, como esposa y como madre. Nora es concluyente en su réplica:
“Tengo otros deberes igualmente sagrados”. Su antiguo ideal se ha venido abajo:
“He descubierto –dice Nora– que las leyes son distintas a las que yo pensaba;
pero me resulta imposible concebir que esas leyes –las leyes que rigen en una
casa de muñecas– sean justas”. Nora encuentra en la renuncia a su marido y sus
hijos, en la renuncia al matrimonio y la familia, el único camino para dar
algún sentido a su condición, no ya de mujer, sino de simple ser humano.
El autor enfrenta a dos mujeres
bien diferentes, igualmente memorables, en el anhelo del amor del mismo hombre.
Por un lado, la apasionada, rústica, pobrísima (y fértil) Fortunata:
"(...) una mujer bonita, joven, alta... Parecía al acecho". Y, por el
otro, la delicada, de buenos modales, "con más gracia que belleza", y
estéril, Jacinta.
Jacinta: es una mujer paciente, callada,
tranquila y humilde ya que proviene de una familia de siete hermanas, está
acostumbrada a no gastar mucho. Soporta las infidelidades de su marido, Juan
Santa Cruz, y además de estas tiene otra gran pena que es que no puede tener
hijos, ella se lamenta de que todas sus hermanas tengan muchos hijos y ella no
puede tener ninguno, ya que es rica y no pasaría apuros. Al principio se lleva
mal con Fortunata, pero no le tiene rabia sino envidia. Aunque al final de la
obra se siente ligada a ella emocionalmente por la nueva traición de su marido,
y por la entrega del hijo de Fortunata.
Fortunata: es la amante de Juan. Es una mujer
muy temperamental, solo quiere defender lo que piensa que por derecho es suyo,
es decir, Juan Santa Cruz. Tiene muchos cambios durante la obra, cambia mucho de
pareja, conoce a muchos hombres pero solo quiere a Juan, por mucho daño que
este le haga siempre le perdona. Es maltratada por la vida, sabe que es una
mujer bella y esto lo explota ante el más débil, Maximiliano, le utiliza a su
antojo para lograr su único fin en la obra, ella quiere ser honrada, quiere
limpiar su nombre, piensa que así Juan la querrá solo a ella: por esto se casa
con Maximiliano aunque no le quiere, y se mete a un convento. Solo quiere
igualarse con Jacinta ya que ante sus ojos Jacinta es un ángel y ella también
quiere serlo, para defender lo que es suyo.
Bernarda Alba - La casa de Bernarda Alba. Federico
García Lorca (1936)
En esta
obra, todos los personajes son femeninos. Pepe el Romano actúa por ausencia y por la evocación constante
que de hacen todas las mujeres de la casa. Es Bernarda una mujer de sesenta
años, viuda de dos maridos Mantiene una actitud egoísta y dominante. Es
autoritaria, orgullosa y autoritaria.
-
“No he dejado que nadie me dé lecciones” (Acto I)
- “Aquí
se hace lo que yo mando”(Acto I)
- “No
hay cosas que no pueden ni deben pensar.
Yo ordeno.
(Acto II)
Su despotismo
es con frecuencia cruel, tiránico irascible, amenazante, y despreciativo.
-
“Los pobres son como los animales; parece como si
estuvieran hechos de otras sustancias (Acto I )
Su orgullo de casta la lleva a relegar a las demás personas y a impedir
que sus hijas puedan encontrar el destino para sus vidas
-
No hay en
cien huellas a la redonda quien se pueda acercar a ellas. Los hombres de aquí no
son de clase” (Acto I)
El deseo de mantener intacta la
apariencia de su casa la impulsa a una actuación fría y desnaturalizada, cuya
culminación se alcanza al final de la
obra, pues le interesa más la imagen externa que la propia vida de las hijas.
Doña María – Las de Barranco – Gregorio de Laferrère
Doña
María, viuda del capitán Barranco, no quiere perder su estatus. Por eso, emplea
a su hija Carmen como señuelo para atraer a su casa jóvenes pretendientes, que
compiten en presentes y en favores. Pero el amor entra en escena y motiva a
Carmen a romper con su humillante situación. Al comienzo de la obra aparenta
ser una preocupada madre viuda, pero a medida que transcurre la lectura se
descubre a un personaje tiránico, déspota, autoritario, y sobre todo con un
atroz egoísmo que la lleva hasta la crueldad. Llegando al final, la base de
toda su personalidad es la debilidad, la incapacidad para valerse por sí misma
y el temor de quedar sola e indefensa.
Entre las heroínas de la literatura
latinoamericana tenemos a doña Bárbara,
a María y a la inolvidable Amalia, que
protagonizan tres historias que vale la pena recordar.
Doña Bárbara es el personaje central de la novela del mismo nombre que
escribió el venezolano Rómulo
Gallegos. Encarna a esas mujeres fuertes que deben vivir en un mundo cruel,
lleno de maldades y de supersticiones, casi feudal, enfrentada a un hombre
civilizado -Santos Luzardo- que representa a esa burguesía naciente de
América Latina, heredera de una pequeña aristocracia decadente y conservadora
que después se consideró liberal porque quiso acabar con el fanatismo y propuso
el progreso a su manera, como creyeron haberlo aprendido cuando empezaron a
dividir el mundo entre civilización y barbarie.
Éste es,
precisamente, el leitmotiv de Doña Bárbara. En la protagonista,
dominante y violenta, predomina el instinto y el deseo del poder que la vuelven
codiciosa, y todas sus acciones se mueven para hacer posible una venganza
largamente ansiada contra los varones, culpables de su dolor, de su tragedia,
de sus odios.
La protagonista de María, la novela de Jorge Isaac es, al contrario, un ser
ideal, despegado de la realidad, entre ángel y mujer, que sufre los tormentos
de una enfermedad incurable, pero enamorada de Efraín, su primo, con una
pasión serena, repleta de presentimientos fatalistas que despliegan un velo de
tristeza y de dolor y la hacen digna de la compasión de quienes la rodean -y de
quienes leen la novela-. Casi desde el inicio de la historia podemos presentir
el final. María es un personaje
fantasmal: su fragilidad, su impenitente tristeza, la convierten en lo que
significa hoy para todos, una heroína romántica, melancólica, pesimista, sin
capacidad de lucha.. Sus cartas son lo único tangible que permite recobrar la
presencia de ella, a pesar de su estéril lucha contra la muerte. María es una de tantas
presencias que apenas podemos vislumbrar en los objetos, en unas palabras en
unos recuerdos que se van para siempre.
Amalia la
protagonista de la novela romántica del mismo nombre que escribió el argentino José Mármol.
A diferencia de María, Amalia enfrenta su terrible realidad, aunque al final
parezca derrotarla su sino trágico, ningún desastre logra forzar su externa e
impasible serenidad. De todos modos, se transforma en el epicentro de la
historia cuando, en un acto de solidaridad, refugia en su casa a un enemigo del
dictador Rosas: Eduardo
Belgrano, y luego se casa con él. El universo de los infortunios y de los
pesares la hacen víctima de las circunstancias políticas que vive su país, y
con ellas el dolor de perder a quienes quiere e incluso de sufrir ella la
dureza de la represión que desata el gobierno, pues es herida el día en que
asesinan a Eduardo Belgrano. Estas son las
características centrales de la mujer romántica: tragedia, tristeza,
melancolía, lucha en contra de un destino manifiesto.
Otra mujer que merece
un destaque especial en la novela latino americana.
Úrsula Iguarán – Cien
años de Soledad. G. G. Márquez
Cien años de Soledad se caracteriza por tener una cantidad
considerable de personajes. Entre todos ellos, la figura menuda de Ursula
Iguarán, ese vientre fértil que trajo al mundo al singular Aureliano Buendía.
Por eso y porque sobre ella se sostiene su estirpe es un personaje relevante al
que su autor le otorgó unas características que le hacen inolvidable.
Su diligencia, su severidad, y su buen juicio, le dan estatus de pilar moral de
su familia y la convierte en una de los retratos de la identidad femenina mejor
logrados en la literatura de todos los tiempos. Con mucha frecuencia, se ha
descrito a Macondo como una comunidad patriarcal, y se ha señalado a José
Arcadio Buendía, el fundador, como el patriarca; sin embargo se cree que la organización de Macondo es
eminentemente matriarcal y su iniciadora es, sin duda, Úrsula Iguarán. Ella
está presente en casi toda la novela: funda Macondo al lado de su marido José
Arcadio.
Úrsula Iguarán está descrita en las primeras páginas de la
novela:
“Activa, menuda, severa, aquella mujer de nervios
inquebrantables, a quien en ningún momento de su vida se la oyó cantar, parecía
estar en todas partes desde el amanecer hasta muy entrada la noche, siempre
perseguida por el suave susurro de sus pollerones de olán. Gracias a ella, los
pisos de tierra golpeada, los muros de barro sin encalar, los rústicos muebles
de madera construidos por ellos mismos estaban siempre limpios, y los viejos
arcones donde se guardaba la ropa exhalaban un tibio olor de albahaca”
Heroínas, villanas,
compañeras o consejeras; las mujeres han desempeñado diferentes papeles en la
literatura dependiendo de la época y el género.
(c) Magda Lago Russo
Montevideo
Uruguay
Bibliografía EL Universo de Guayaquil – Ecuador.
Colección de Oro - Diario
EL País - Uruguay.
Bibliotecas Virtuales – Eugenio Mª de Hosto
Homenaje
a las mujeres - .Luis Fernando García Núñez – Libros y Letras.
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