Acerca de Araceli Otamendi, escritora y directora de Archivos del Sur

domingo, 3 de mayo de 2020

Suecia y el corona virus - Javier Claure C.

Terraza en el centro de Estocolmo 


(Estocolmo) Javier Claure C.

La pandemia del coronavirus (Covid-19), desatada en la ciudad de Wuhan (China) en diciembre del año pasado, se ha esparcido por el mundo enlutando a muchos países de manera implacable. Más allá de la hipótesis de que el virus fue creado en un laboratorio para ser utilizado como arma biológica, el impacto de este microbio es de dimensiones incalculables. Nadie sabe con exactitud el comportamiento mortal del virus cuando se encuentra en el cuerpo humano. La mayoría de los gobiernos y autoridades del mundo han tomado medidas similares para evitar un contagio masivo. Se han cerrado aeropuertos, colegios, universidades, fábricas, cines, discotecas, trabajos, Instituciones, tiendas, centros comerciales, etc. Al mismo tiempo se han prohibido conciertos, fiestas y toda actividad que genera aglomeración de gente. Es más, algunos países han cerrado sus fronteras. Se ha llamado al confinamiento total de los ciudadanos, y un miembro de la familia puede salir a comprar comida y medicamentos. Es decir, casi todas las actividades de la sociedad están totalmente paralizadas, a causa de un enemigo invisible que, en el peor de los casos, puede entrar a una casa en las suelas de los zapatos. Millones de personas están encerradas en sus casas. Y el confinamiento en países con sistemas de salud vulnerables y donde reina la exclusión social, puede ser un arma de doble filo. Los pequeños comerciantes ambulantes, choferes, trabajadores de la construcción, de la agricultura y los trabajadores a destajo que, día a día, llevan el pan para sus familias; corren el riesgo de enfermarse y caer, aún más, en la pobreza. Ya se ha visto salir a la calle, en ciertos países, a mujeres, ancianos y niños golpeando ollas vacías y gritando: “si no nos mata el coronavirus, el hambre nos va matar”. En algunos casos se ha visto, la represión brutal de policías cuando patrullan por las calles para controlar el confinamiento. A veces han ocasionado lesiones físicas y hasta una que otra muerte.

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