Esta mañana en la guagua el ambiente estaba enrarecido. Una transpiración hostil recorría el rostro de los pasajeros, que con irritación tecleaban sus móviles…Allá al fondo, en un rincón apartado, en el último asiento, una chica adolescente se hallaba aturdida, las miradas la registraban con fiereza. Ella sabía que la estaban reprochando, ellos no se molestaban en esconder su menosprecio. Hombres y mujeres comunicaban mensajes y whatsapps con sus familiares y amistades…Uno escribía ¡Con lo joven que es, qué barbaridad!
Algunos contestaban: No me lo puedo creer. La misma arma vejatoria, utilizaron para hacer fotos a la apaleada chiquilla, y mandarlas a los poco creyentes, para dar fe a las palabras condenatorias.
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