Brillaba la noche en el camposanto. Tierra de pasados enterrados. Nacían los recuerdos donde no había más cielo que el suelo que pisaban los pensamientos, a la busca de la inmortal ausencia. Huesos y crisantemos, oraciones y depresiones, ¡qué lugar tan eterno! Daba miedo caminar por la espesura y la Luna bañaba la negrura.
Corría la lágrima sincera por la mejilla de mármol, de la escultura.
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