(Estocolmo) Javier Claure c.
El 8 de marzo de cada año, se debe hacer un alto en el ajetreo del diario vivir para evaluar los avances, en diferentes áreas, en torno al desarrollo de la mujer. Ese gran día se conmemora el Día Internacional de la Mujer. Existen diversas historias relacionadas con esa fecha. Una de ellas es, por ejemplo, lo que ocurrió en Nueva York en 1857, cuando las costureras de una fábrica textil hicieron una huelga para exigir mejores condiciones de trabajo y de vida. Pedían un aumento de sueldo y que se redujeran las horas de trabajo de 16 a 10 horas. Lamentablemente aplastaron este movimiento, de obreras textiles, ocasionando un incendio, en donde murieron 146 costureras y otras resultaron heridas. En 1867, también en el mes de marzo, las planchadoras de cuellos de otra fábrica de Nueva York, fundaron un sindicato para proteger sus derechos.
En realidad, las mujeres siempre han jugado un papel importante en el desarrollo de la sociedad. Ya sea en el cuidado de los hijos o en otras tareas que no han sido valoradas por un entorno social. Aristófanes, dramaturgo griego, creó una obra teatral, en el siglo IV a. C, llamada Lisístrata que era el nombre de la mujer de un soldado. En esa obra se relata cómo Lisístrata organiza, junto a otras mujeres, una sublevación utilizando un arma poderosa: el sexo. Deciden hacer una huelga sexual. Es decir, se niegan a tener relaciones sexuales con los soldados griegos, si no ponen fin a la guerra. Los combatientes al ver amenazados con este hecho, que desgarraba sus corazones, dejaron de pelear y empezaron nuevamente una vida junto a sus amadas.
Las mujeres de Liberia, cansadas de las violaciones cometidas contra su género y de la guerra que en el 2002 ya había costado la vida de 200 mil hombres, fundaron, bajo el liderazgo de Leymah Gbowee, la organización “Mujeres de Liberia Acción Masiva por la Paz” (Women of Liberia Mass Action for Peace). Al igual que las “lisístratas” de Aristófanes emprendieron una huelga sexual. Además, cristianas y musulmanas se vistieron de blanco, y se trasladaron a las afueras de un mercado en Monrovia, capital de Liberia, por donde pasaba cada día el ex presidente Charles Taylor con su cuerpo de seguridad. Allí permanecían sentadas rezando y cantando sin darle importancia al agobiante sol, lluvia o viento. Su objetivo: ¡que finalice la guerra! Los países africanos organizaron en Ghana incentivas para alcanzar la Paz en Liberia. Un grupo de mujeres liberianas se ausentaron a ese país. Mientras tanto, Leymah Gbowee dio órdenes para que las mujeres se trasladaran desde el mercado hacia el salón donde se llevaban a cabo las negociaciones por la Paz. El contingente de mujeres tomó posición y se sentaron en las puertas de dicho salón para evitar la salida de las personas responsables de esta negociación. Todo el mundo tenía los ojos puestos en Liberia. El presidente de Ghana intervino para que las mujeres no fueran arrestadas. Un año más tarde se llevaron a cabo elecciones democráticas y una mujer intelectual, Ellen Johnson Sirleaf, con estudios en economía y administración pública, se conviertió en la nueva presidente de Liberia. En diciembre del año pasado, el Premio Nobel de la Paz fue otorgado a tres mujeres: Leymah Gbowee, Ellen Johnson Sirleaf y Tawakkul Karman (Yemen).
Durante la Revolución Francesa, las parisinas gritaban ¡Libertad, Igualdad y Fraternidad! Fueron hasta Versalles para exigir el sufragio femenino. Y el proceso revolucionario en Rusia empezó, en febrero de 1917, cuando las mujeres de San Petersburgo, obreras textiles, salieron a las calles para reclamar pan, paz y el fin de la autocracia.
Las familias en el imperio incaico tenían estructuras de parentesco por vía materna y paterna (Waldemar Soriano, Los Incas). O sea, el poder estaba determinado por esa composición social. Pero el proceso histórico que comenzó, en América Latina, con la llegada de los españoles en 1492 trajo consigo el colonialismo y por ende el modelo patriarcal, cuyos efectos se siguen sufriendo en este siglo. Por eso han existido y aún existen, en el continente latinoamericano, procesos de descolonización para combatir racismo y patriarcado.
Las mujeres en el pasado no podían abrir cuentas bancarias, no podían estudiar ni tener trabajos respetables porque las sociedades machistas y retrógradas de entonces, les prohibía desarrollarse como seres humanos. El amor, los hijos y el marido era su única salvación. Era un refugio, al cual se daban íntegramente y dependían del marido. Se convertían en amas de casa, y muchas veces, soportando una esclavitud familiar.
Afortunadamente los tiempos han cambiado. Ahora las mujeres participan en la vida cultural, social, económica y política. Las mujeres y las niñas son igual de inteligentes que los hombres y los niños. Y en muchas ocasiones, el resultado escolar de las mujeres, es más alto en comparación con la de los varones. El desarrollo intelectual es el mismo dependiendo, claro está, del ambiente en el que se desarrollan. Es tarea de los gobernantes y políticos de crear condiciones en la sociedad para que las mujeres alcancen niveles de igualdad, pero sin tergiversar que nuestro destino biológico nos ha hecho con diferentes sexos.
Hoy en día, muchas mujeres tienen una nueva definición de lo que es el amor. Se han dado cuenta que la vida no es solamente criar a los hijos, sino que ahora son activas en todos los campos del desarrollo humano. En Occidente separan el amor de la economía, porque ellas también generan su propia economía. El hombre, por consiguiente, no es el Sol entorno al cual, la mujer debe girar a su alrededor obedeciendo sus órdenes. Al contrario, hay casos en donde los papeles se han invertido. Algunos hombres han asumido el rol tradicional de la mujer. Es decir, la mujer sale a trabajar y el marido se queda en la casa cocinando, limpiando o cuidando a los hijos. En algunos casos temporalmente y en otros se ha hecho una forma de vida. Eso pasa por lo menos en Suecia, aunque es un número reducido de hombres que hacen ese tipo de vida.
Al mismo tiempo, es conveniente señalar que a pesar de una serie de avances en las conquistas sociales de la mujer, todavía existen las “agresiones de honor”, la violencia de género, los abusos sexuales, los matrimonios arreglados, el trabajo forzado de niñas, la violencia doméstica y tantos otros atentados en contra de las mujeres y las niñas. Existen sociedades en donde el cuerpo y la sexualidad de una mujer es el honor de la familia. Y es el consenso de la familia, principalmente la autoridad del padre, que escoge un marido para la hija. Este patriarcalismo enfermizo ha llevado a cometer “crímenes de honor”, en el momento que una mujer decide ser ella misma; y no una marioneta de la familia y la sociedad.
Otro problema muy serio, en ciertos países del mundo, es la escisión femenina. Una práctica antihumana, basada en ideas medievales atribuyendo que la mujer es apta para traer hijos al mundo; pero no así para gozar de su sexualidad.
Hace poco escuché hablar a una mujer en la radio y decía: “ni florcitas ni bombones”, sino cambios radicales en nuestros derechos. ¡Muy bien dicho!
Los hombres debemos festejar, el Día Internacional de la Mujer, con bombos y platillos, porque las mujeres llegaron al mundo para ser nuestro complemento. Todos juntos debemos seguir luchando para que las mujeres alcancen niveles más altos de igualdad. Pero no se olviden: ¡ni florcitas ni bombones!
El 8 de marzo de cada año, se debe hacer un alto en el ajetreo del diario vivir para evaluar los avances, en diferentes áreas, en torno al desarrollo de la mujer. Ese gran día se conmemora el Día Internacional de la Mujer. Existen diversas historias relacionadas con esa fecha. Una de ellas es, por ejemplo, lo que ocurrió en Nueva York en 1857, cuando las costureras de una fábrica textil hicieron una huelga para exigir mejores condiciones de trabajo y de vida. Pedían un aumento de sueldo y que se redujeran las horas de trabajo de 16 a 10 horas. Lamentablemente aplastaron este movimiento, de obreras textiles, ocasionando un incendio, en donde murieron 146 costureras y otras resultaron heridas. En 1867, también en el mes de marzo, las planchadoras de cuellos de otra fábrica de Nueva York, fundaron un sindicato para proteger sus derechos.
En realidad, las mujeres siempre han jugado un papel importante en el desarrollo de la sociedad. Ya sea en el cuidado de los hijos o en otras tareas que no han sido valoradas por un entorno social. Aristófanes, dramaturgo griego, creó una obra teatral, en el siglo IV a. C, llamada Lisístrata que era el nombre de la mujer de un soldado. En esa obra se relata cómo Lisístrata organiza, junto a otras mujeres, una sublevación utilizando un arma poderosa: el sexo. Deciden hacer una huelga sexual. Es decir, se niegan a tener relaciones sexuales con los soldados griegos, si no ponen fin a la guerra. Los combatientes al ver amenazados con este hecho, que desgarraba sus corazones, dejaron de pelear y empezaron nuevamente una vida junto a sus amadas.
Las mujeres de Liberia, cansadas de las violaciones cometidas contra su género y de la guerra que en el 2002 ya había costado la vida de 200 mil hombres, fundaron, bajo el liderazgo de Leymah Gbowee, la organización “Mujeres de Liberia Acción Masiva por la Paz” (Women of Liberia Mass Action for Peace). Al igual que las “lisístratas” de Aristófanes emprendieron una huelga sexual. Además, cristianas y musulmanas se vistieron de blanco, y se trasladaron a las afueras de un mercado en Monrovia, capital de Liberia, por donde pasaba cada día el ex presidente Charles Taylor con su cuerpo de seguridad. Allí permanecían sentadas rezando y cantando sin darle importancia al agobiante sol, lluvia o viento. Su objetivo: ¡que finalice la guerra! Los países africanos organizaron en Ghana incentivas para alcanzar la Paz en Liberia. Un grupo de mujeres liberianas se ausentaron a ese país. Mientras tanto, Leymah Gbowee dio órdenes para que las mujeres se trasladaran desde el mercado hacia el salón donde se llevaban a cabo las negociaciones por la Paz. El contingente de mujeres tomó posición y se sentaron en las puertas de dicho salón para evitar la salida de las personas responsables de esta negociación. Todo el mundo tenía los ojos puestos en Liberia. El presidente de Ghana intervino para que las mujeres no fueran arrestadas. Un año más tarde se llevaron a cabo elecciones democráticas y una mujer intelectual, Ellen Johnson Sirleaf, con estudios en economía y administración pública, se conviertió en la nueva presidente de Liberia. En diciembre del año pasado, el Premio Nobel de la Paz fue otorgado a tres mujeres: Leymah Gbowee, Ellen Johnson Sirleaf y Tawakkul Karman (Yemen).
Durante la Revolución Francesa, las parisinas gritaban ¡Libertad, Igualdad y Fraternidad! Fueron hasta Versalles para exigir el sufragio femenino. Y el proceso revolucionario en Rusia empezó, en febrero de 1917, cuando las mujeres de San Petersburgo, obreras textiles, salieron a las calles para reclamar pan, paz y el fin de la autocracia.
Las familias en el imperio incaico tenían estructuras de parentesco por vía materna y paterna (Waldemar Soriano, Los Incas). O sea, el poder estaba determinado por esa composición social. Pero el proceso histórico que comenzó, en América Latina, con la llegada de los españoles en 1492 trajo consigo el colonialismo y por ende el modelo patriarcal, cuyos efectos se siguen sufriendo en este siglo. Por eso han existido y aún existen, en el continente latinoamericano, procesos de descolonización para combatir racismo y patriarcado.
Las mujeres en el pasado no podían abrir cuentas bancarias, no podían estudiar ni tener trabajos respetables porque las sociedades machistas y retrógradas de entonces, les prohibía desarrollarse como seres humanos. El amor, los hijos y el marido era su única salvación. Era un refugio, al cual se daban íntegramente y dependían del marido. Se convertían en amas de casa, y muchas veces, soportando una esclavitud familiar.
Afortunadamente los tiempos han cambiado. Ahora las mujeres participan en la vida cultural, social, económica y política. Las mujeres y las niñas son igual de inteligentes que los hombres y los niños. Y en muchas ocasiones, el resultado escolar de las mujeres, es más alto en comparación con la de los varones. El desarrollo intelectual es el mismo dependiendo, claro está, del ambiente en el que se desarrollan. Es tarea de los gobernantes y políticos de crear condiciones en la sociedad para que las mujeres alcancen niveles de igualdad, pero sin tergiversar que nuestro destino biológico nos ha hecho con diferentes sexos.
Hoy en día, muchas mujeres tienen una nueva definición de lo que es el amor. Se han dado cuenta que la vida no es solamente criar a los hijos, sino que ahora son activas en todos los campos del desarrollo humano. En Occidente separan el amor de la economía, porque ellas también generan su propia economía. El hombre, por consiguiente, no es el Sol entorno al cual, la mujer debe girar a su alrededor obedeciendo sus órdenes. Al contrario, hay casos en donde los papeles se han invertido. Algunos hombres han asumido el rol tradicional de la mujer. Es decir, la mujer sale a trabajar y el marido se queda en la casa cocinando, limpiando o cuidando a los hijos. En algunos casos temporalmente y en otros se ha hecho una forma de vida. Eso pasa por lo menos en Suecia, aunque es un número reducido de hombres que hacen ese tipo de vida.
Al mismo tiempo, es conveniente señalar que a pesar de una serie de avances en las conquistas sociales de la mujer, todavía existen las “agresiones de honor”, la violencia de género, los abusos sexuales, los matrimonios arreglados, el trabajo forzado de niñas, la violencia doméstica y tantos otros atentados en contra de las mujeres y las niñas. Existen sociedades en donde el cuerpo y la sexualidad de una mujer es el honor de la familia. Y es el consenso de la familia, principalmente la autoridad del padre, que escoge un marido para la hija. Este patriarcalismo enfermizo ha llevado a cometer “crímenes de honor”, en el momento que una mujer decide ser ella misma; y no una marioneta de la familia y la sociedad.
Otro problema muy serio, en ciertos países del mundo, es la escisión femenina. Una práctica antihumana, basada en ideas medievales atribuyendo que la mujer es apta para traer hijos al mundo; pero no así para gozar de su sexualidad.
Hace poco escuché hablar a una mujer en la radio y decía: “ni florcitas ni bombones”, sino cambios radicales en nuestros derechos. ¡Muy bien dicho!
Los hombres debemos festejar, el Día Internacional de la Mujer, con bombos y platillos, porque las mujeres llegaron al mundo para ser nuestro complemento. Todos juntos debemos seguir luchando para que las mujeres alcancen niveles más altos de igualdad. Pero no se olviden: ¡ni florcitas ni bombones!
(c) Javier Claure C.
Estocolmo
Javier Claure C. es un escritor boliviano radicado en Suecia
imagen: enviada por Javier Claure C. autorizada su publicación en Archivos del Sur
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comente esta nota- los comentarios anónimos no se publican