(Estocolmo) Javier Claure C.
La historia de los números es tan antigua como la humanidad.
Nadie sabe con exactitud cuando se empezó a utilizar cifras. El hombre
primitivo atesoraba cierta intuición por los números. Sabía que tenía más dedos
que manos y que poseía más dientes que ojos. Tuvo que pasar muchos siglos para
que aprendiera que dos piedras, dos árboles o dos personas tienen en común el
número dos. Para el desarrollo de las sociedades primitivas, era necesario
encontrar un método de manera que se pudiera cuantificar el mundo que los
rodeaba. Por ejemplo: cuántos miembros había en una tribu, cuántos animales
tenían, de cuántas armas disponían, qué distancia había desde una choza a un
lago, cuántas ovejas había que vender o comprar, etc. Así fue evolucionando el
concepto de número, y los pueblos de la antigüedad independientemente fueron
desarrollando sus propios sistemas de numeración. Empezaron a contar usando
piedras, conchas, nudos y los dedos de
la mano. Pero cada vez las cantidades eran mayores y cuando llegaban a
un número determinado, hacían una marca especial para indicar una base. La base
que se utilizó en distintas culturas, es la base 10. Probablemente porque
tenemos diez dedos en las manos. Los números son infinitos, y para representar
grandes cantidades utilizamos diez dígitos: 0, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8 y 9.
Desde hace miles de años muchas culturas ancestrales contaban en unidades,
decenas y centenas. Han existido muchas formas de expresar los números, y con
el paso del tiempo se han ido modificando.
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