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miércoles, 17 de junio de 2009
El equilibrista
El equilibrista
El escritor norteamericano Paul Auster cuenta en su ensayo “En la cuerda floja” publicado en el libro “El arte del hambre” cómo conoció a Philippe Petit. Fue en 1971, dice, mientras paseaba por el boulevard Montparnasse, en París. Petit hacía juegos de malabares mientras montaba en un monociclo, realizaba pequeños trucos de magia. Auster se refiere a Philippe Petit como a un artista que no actuaba para la multitud sino que más bien permitía al público seguir el curso de sus pensamientos.
Varias semanas más tarde el escritor volvió a ver al equilibrista, esta vez era de madrugada y caminaba por un muelle del Sena, cerca de Notre-Dame.
El escritor dice que de repente vio a varios jóvenes moviéndose con rapidez en la oscuridad al otro lado de la calle. Llevaban cuerdas, cables, herramientas y bolsos pesados. Fue ahí cuando reconoció a uno de ellos como el malabarista del boulevard de Montparnasse.
Pero Auster se enteró al día siguiente y a través del diario cuando leyó la noticia en la primera página: Un hombre joven había colocado una cuerda entre las torres de la Catedral de Notre-Dame y había caminado, hecho malabares y bailado sobre ella durante tres horas, asombrando a la multitud que lo observaba desde abajo.
Cuando regresó al suelo, dice Auster, Petit fue arrestado, acusado de alterar la paz y de varias ofensas más.
En el mismo ensayo el escritor sostiene que el arte del equlibrismo nunca se ha tomado en serio dado que por ser un espectáculo circense automáticamente se le asigna un carácter marginal y después de todo, dice Auster el circo está dedicado a los niños y el juicio de los niños es generalmente descalificado.
¿Quién no recuerda haber ido al circo y haber visto a los equilibristas sobre una cuerda caminando a punto de caerse, haciendo equilibrio con una delgada barra en las manos, sin mirar la red que abajo podría amortiguar la caída?
Es muy emocionante…
Auster habla de este arte como algo que en la sociedad califica como una forma menor de atletismo. Y también afirma que existe el problema de la promoción, a la necesidad de publicidad que nos rodea, a la vulgar autopropaganda. Lo que llamamos aquí, en la Argentina “autobombo”.
Cuanto más arriesgado es el acto, mayor será el reconocimiento obtenido.
Sin embargo, el norteamericano sostiene que lo que destaca en el espectáculo ofrecido por el equilibrista es ahuyentar la idea de la muerte con la belleza del acto que realiza sobre la cuerda y lograr que el espectador olvide los riesgos. También destaca la inutilidad del acto en sí, ya que enfatiza el impulso estético que tenemos todos.
Años después, en 1974, Auster volvió a ver a Philipe Petit esta vez en Nueva York con motivo de su célebre caminata entre las torres del World Trade Center. Antes, en 1973 ofreció otro espectáculo clandestino en Sydney, Australia, entendiendo su cuerda entre las torres de Harbour Bridge, el puente arqueado de acero más grande del mundo.
Y después de 1974, cruzó las Great Falls de Paterson , Nueva Jersey, entre otros espectáculos que ofreció y donde en uno sufrió una caída desde trece metros de altura, fracturándose la cadera y varias costillas.
Lo que destaca el escritor norteamericano en el ensayo, además del arte de Petit es que cuando lo conoció, el artista no lo defraudó. Hablaron de los textos que el equilibrista había escrito, poemas, relatos, sus aventuras en Notre-Dame y el World Trade Center, guiones de cine, un pequeño libro sobre equilibrismo.
El libro se llama On the High-Wire y dice Auster que es un libro notable.
Según el autor norteamericano el libro es un viaje espiritual en forma de tratado.
Actualmente se exhibe en la Galería de arte La Aurora, en Murcia, España, una muestra de fotografías de Jean Lous Blondeau - amigo y colaborador de Petit durante muchos años - que registran las hazañas de Phillipe Petit.
La nota que acompaña la presentación de la muestra afirma el quiebre de esa amistad ocurrida durante la promoción y producción de la película Man on wire.
No he visto personalmente ningún espectáculo de Phillipe Petit, tampoco he visto la película.
Había leido el ensayo de Auster varias veces y cuando vi la fotografía lo recordé y volví a leerlo.
Resulta extraño ver plasmado en fotografías el arte de ese equilibrista que vive para alcanzar los sueños. ¿Por qué los sueños, alguna vez se alcanzan?
© Araceli Otamendi
Bibliografía: Paul Auster, En la cuerda floja, El arte del hambre, Editorial Edhasa
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