(Córdoba/Argentina) Elida Farini
Sin ánimo de polemizar e intentando solamente
considerar un paralelismo entre lo que representan las palabras frente a las
imágenes y viceversa, es destacable expresar que, generalmente, estas últimas
pueden refutar cualquier información sobre las primeras. Hay palabras
sin embargo, que con sólo pronunciarlas nos ubican en un universo
indescriptible de figuras que difícilmente, podrían ser representadas por las
imágenes. ¿Podemos sentimos sumergidos en una hondura de agua con la sola mención
de la palabra “océano”, inundándonos con la belleza de sus azules
indescriptibles, la maravilla de su fauna siempre en movimiento, con sus
corales, su flora de colores cambiantes, con la oscuridad de sus abismos y la
noche de sus profundidades?Con seguridad aquí el juego de la imaginación también ocupa un
espacio destacado. Y si decimos
“Cristo”, qué simbolismo de dolor y muerte nos atropella, despertando una angustia
de dolorosa interpretación que va más allá de las emociones y de los sentimientos, y que a veces no es posible
siquiera que se manifiesten en las obras de los más grandes pintores de todos
los tiempos. Ver las
pinturas de los artistas religiosos y de los clásicos, con sus innumerables escenas
bíblicas, es encontrar la maravilla de sus creaciones, que aportan no sólo su
genio creador, sino también el uso de un oficio desarrollado por siglos,
encaramándose en la armonía y belleza de sus colores, en la dolorosa expresión
de los rostros, nos hace descubrir que todo ese conjunto, forma parte también
de la interpretación que cada ser humano pueda despertar en su propio espíritu. Si observando
la espectacularidad de una noche estrellada,
nos acosa la palabra universo, ¡qué designio de figuras incandescentes
pueden llegar a crecer en la inmensidad de nuestra mente! Indudablemente, las palabras, con
la sola mención de su nombre nos envuelven en la sublime comprensión de sus
voces. Decir madre, Dios, tierra, amor, belleza…es rendir tributo a la
imaginación y a los sentimientos, que se despliegan como un gran abanico que solo
es capaz de ser traducido por aquellos que llegan a sentir la emoción de sus
voces en la interioridad de su ser.Dice Borges, como Crátilo, que todo el Nilo,
cabe en la palabra Nilo. Y es verdad, si así lo imaginamos. Las imágenes,
por muy detalladas que sean pueden limitarnos a ellas, a sus propias figuras y
paisajes, pero si hacemos funcionar nuestros pensamientos, nuestros
conocimientos, el sentir que cada una puede despertar en nuestros corazones,
también llegan a expresar un sin fin de interpretaciones. Sólo aquellos que no
ponen en movimiento esas cualidades, pueden sentirse limitados por lo que ven con los ojos y no con el espíritu. ¿De qué manera
se representan las palabras abstractas, tales como amor, dolor, ternura,
miseria, armonía? ¿Cómo atrapamos en una imagen a la música, que ingresa por
los oídos y nos transporta? ¿Se puede enlazar una sinfonía de Beethoven o un
nocturno de Chopin en una imagen? ¿O el ulular del viento, el sonido del
ambiente, el repicar de campanas, el canto de los pájaros? ¿Es posible
descubrir a la música en una fotografía o en una pintura hiperrealista? Miles de
imágenes pueden mostrar la hermosura de la naturaleza, pero ¿es esa la
representación de la palabra belleza? Las palabras Dios, perdón, dolor, amor,
¿cómo se muestran? La pintura del
Cristo de Velázquez, con su singular bella presencia, aún en el supremo dolor y
la cruz de Salvador Dalí, vista desde arriba, con el genial dramatismo que supo
imprimirle, son símbolos que serían difíciles de reproducir con palabras. Estas obras
merecen ser vistas y apreciadas, en su total dimensión, con toda su carga
expresiva y la espectacularidad que dos genios de la pintura han logrado
imaginar y representar. Por otra parte,
si por ejemplo digo la palabra: “zapatos”, tal vez vea en mi interioridad miles
de ellos, de todos los modelos y colores, pero si veo el cuadro que nos muestra
los zapatos de Van Gogh, descubriré un sin fin de razones para distinguir: el cansancio, la pobreza,
las fatigas de las luchas cotidianas, el dolor de unos pies agotados, ateridos,
tal vez hundidos en el fango. Es que imagen
y palabras muestran dos idiomas que se amalgaman sutilmente, para expresar el
universo de sentimientos y emociones, de vida. La
contundencia de una obra realista, de una fotografía, puede destruir eltestimonio de las palabras. ¿Pero es posible encasillar en imágenes o en palabras
toda la visión que la sola existencia nos depara? Palabras e
imágenes pueden y deben ir unidas. Lo que muchas veces unas no logran expresar,
se complementan con las alas de las otras. A veces, sólo hay que experimentarlo con todos
los sentidos y con todos los latidos de los corazones.
(c) Elida Farini
Córdoba
República Argentina
Elida Farini es escritora
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