Paisaje urbano con un suave tapiz estucado, de zigzagueantes copos de nieve, el tenue y gélido viento abriga a los transeúntes que van a pie o en auto. Los vagabundos tiran de sus carritos existenciales, en ellos acarrean “su alma”, equipaje caritativo de su condición ambulante. En otra parte, no demasiado distante, los chicos dorados al sol, se bañan, sonrientes en las playas de arenas ardientes y montan sus tablas de surf…Volvemos al suburbio de la metrópoli, allí por necesidad, una niña prostituta coge la mano del anciano desahuciado… su rufián apoyado en una estatua de falso mármol. Solo es un chiquillo y ya teje la rabia y el odio hacia el mundo… precoz, morirá en su propia red, con un arma apuntando la sien del destino ¿O tal vez, será desatino?
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