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Vladimir Putin y el Patriarca Kiril |
(Estocolmo) Javier Claure C.*
Consecuencias de la fe cristiana
Gracias a la adopción del cristianismo, Rusia pasó a formar parte de los Estados europeos y fue recibido como un buen aliado. El esplendor cultural en la Rusia de Vladimiro, experimentó cambios importantes y se estableció un “siglo de oro”. Se cultivaron la novela y el cuento, se crearon íconos y hermosas obras de arte, muchos libros como tratados sacros se tradujeron, se escribieron relatos orientales, crónicas, himnos, piezas teatrales, narraciones sobre la vida de los santos aparecieron y el arte bizantino floreció. Asimismo, prosperó la arquitectura bizantina y se construyeron majestuosos templos.
Los matrimonios entre los miembros de la monarquía europea, que casi siempre resultaban en vínculos políticos, fue una particularidad que marcó al nuevo pujante Estado ruso. Así, por ejemplo, la princesa Ana, hija del príncipe Yaroslav, se casó con Felipe I de Francia en 1063.
Algunas características de la doctrina ortodoxa
Una de las características más importantes de la teoría ortodoxa, radica en el tradicionalismo. Vale decir, las generaciones venideras deberán mantener las tradiciones, los valores éticos y morales que en otro tiempo tuvieron su razón de ser. Y muchos teólogos rusos lo expresan públicamente. A principios del siglo XX, el pensador religioso Pavel Florenskij era de la idea; de que a la Iglesia Ortodoxa, le interesaba más lo eterno antes que la contemporaneidad.
En las iglesias rusas se mantiene un antiguo idioma litúrgico. La tradición ortodoxa ha afectado profundamente a la cultura, a la historia y a la mentalidad rusa. Por un lado, los creyentes religiosos quieren seguir el camino tradicionalista. Y por otro, parte de la juventud desea despojarse de los chalecos de fuerza de lo tradicional. Así lo explican dos investigadores de la cultura rusa, Jurij Lotman y Boris Uspenskij, aclaran que algunos intentos violentos de salirse del marco ortodoxo, son, en partes, producto de sostener teorías conservadoras.
El Imperio Bizantino fue un alargamiento del Imperio Romano de Occidente, y las diferentes etnias con sus respectivos idiomas eran parte de la comunidad cristiana. El Emperador tenía ambiciones de conquistar nuevos territorios. Y la Iglesia de entonces, estaba de acuerdo con este juicio, porque así se expandía aún más. Ante tal situación, el Patriarca Antonio de Constantinopla poseía el título de ser un Patriarca ecuménico. O sea, de todo el mundo. Y en 1397 envío una carta al príncipe ruso Basileios I, informándole que era imposible mantener a la Iglesia sin ser un Imperio. Esto significa que las palabras Iglesia e Imperio son casi sinónimas en el lenguaje ortodoxo. El propósito de ser un Imperio ha sido importante para Rusia, por lo menos después de la caída del Imperio Romano de Oriente en 1453. La imagen que tienen los rusos de su nación, es de ser un Imperio multinacional y cristiano. Todo parece indicar que, en este sentido, coinciden tanto los políticos como la Iglesia; que muchas veces, ha sido utilizada para legitimar tendencias políticas. Y así conservar Rusia como un Imperio.
La Iglesia Ortodoxa rusa tiene gran influencia en los países que pertenecían a la ex Unión Soviética. Existen Iglesias que están subordinadas al Patriarcado de Moscú. Otra peculiaridad, de la ortodoxia rusa, es que hay una especial y estrecha relación entre la Iglesia y el Estado. Esto es un concepto que hace alusión, a la famosa doctrina que promulgó el Emperador Justiniano, y la llamó “Doctrina de la Sinfonía”. En otras palabras, Dios envió, desde las alturas, ciertos dones a los humanos: el clérigo y la razón de ser Imperio. Por tanto, no se puede defraudar al todopoderoso, y como agradecimiento debe existir una “buena sinfonía” entre la Iglesia y un Imperio o un Estado. Más exactamente, el Estado debe ser fiel a Dios, debe tener un sistema político recto y ser competente.
Otro componente en el alma rusa, es el misticismo. Desde tiempos remotos está presente y heredaron Rasputín, Dostojevskij, Helena Blavatsky, más conocida como Madame Blavatsky, para citar algunos. En la Rusia antigua no se traducía libros de la filosofía clásica occidental. A esta ausencia de literatura, se la denomina, a veces, el “silencio intelectual” de la Rusia Medieval, lo cual hace referencia a la carencia de elementos racionales.
Persecución a la Iglesia Ortodoxa
Después de la Revolución de Octubre y durante el comunismo, la Iglesia Ortodoxa fue objeto de persecución. Aunque Stalin, por sus propios intereses, le dio un rumbo aparente. En 1943, se eligió al Patriarca Sergei y el mismo Stalin, lo recibió en sus oficinas. Pero la política de los bolcheviques era contraria a la filosofía de la Iglesia zarista. La religión era vista como el “opio del pueblo” y enemiga del socialismo. Y para erradicar el opio, se abolió la enseñanza de la religión en los colegios. Al mismo tiempo, se prohibió que los fieles se juntasen en torno a ceremonias religiosas, se confiscaron propiedades de la Iglesia, se cerraron los monasterios y empezaron los juicios eclesiásticos. La deportación de sacerdotes era frecuente y, en muchos casos, se llegó al fusilamiento.
Posteriormente, se prohibió a los ciudadanos y miembros del Partico Comunista abstenerse de tener contacto con cualquier tipo de religión. A todo ciudadano con ideas cristianas, se le consideraba poco menos que enfermo mental. En consecuencia, la población rusa empezó a sufrir cambios en cuanto a las necesidades espirituales se refiere, y disminuyó considerablemente el número de creyentes.
Llegada de Gorbachov y de Putin al poder
La llegada de Mijail Gorbachov al poder en 1985, cambió completamente el destino de la Iglesia Ortodoxa. La “perestroika” llevada a cabo durante su gobierno, condujo a la sociedad rusa, en partes, a la democracia; pero también a la corrupción y al capitalismo. En el plano religioso, se dieron cambios positivos para los ortodoxos rusos. Gorbachov, al igual que Stalin, recibió al Patriarca Pemón en momentos de crisis estructural. Dos acontecimientos importantes marcaron el renacimiento de la Iglesia Ortodoxa rusa. El primero ocurrió en 1998, cuando se festejó el milenio del “Bautismo de Rusia”. El Estado colaboró con esta festividad religiosa, a la cual el pueblo ruso asistió con mucha devoción. La Guerra Fría había terminado y con ello, la “Guerra de las Galaxias” se fue al tacho. El pueblo ruso, por tradición, era religioso y hacía falta algo a que aferrarse después de 70 años de ausencia de la Iglesia. Y pues que mejor que la apertura de las iglesias y su doctrina ortodoxa. El segundo evento, se dio cuando Putin fue elegido como Presidente, y se dirigió al Patriarca Alexis II para pedirle una bendición a su nuevo gobierno. Putin dijo: “No existe Rusia sin ortodoxia, y no existe ortodoxia sin Rusia”. El hilo rojo de lo ortodoxo es el colectivismo, el nacionalismo y la cooperación con el Estado.
El líder religioso Alexis II fue quien tuvo la valiente y ardua tarea de llevar adelante a la Iglesia y lograr su unificación fuera de sus fronteras. Alexis II proclamaba un nuevo sistema para el mundo. Un sistema basado en la coexistencia armónica de creencias y configuraciones mundiales, en una relación económica más equitativa. Durante su Patriarcado, nuevamente se abrieron los monasterios y se restauraron las iglesias. Se volvió a crear un cuerpo de clérigos y los fieles ortodoxos volvieron a juntarse en ceremonias. Es decir, la religión pasó a formar parte de la sociedad. Incluso, en una de las casas de estudio más destacadas, la Universidad Estatal de Moscú Lomonósov, se instaló una biblioteca con literatura religiosa. Sin embargo, el proceso de democratización en Rusia, trajo conflictos para la Iglesia. Nuevas corrientes religiosas surgieron en el país, algunas llegaron del extranjero como por ejemplo la Verdad Suprema, la Iglesia de la cientología, la Iglesia de la Unificación del profeta coreano Sun Myung Moon, con quien Gorvachov tuvo un encuentro personal. Alexis II, logró establecer la popularidad de la Iglesia Ortodoxa y acusó a la Iglesia Católica Romana, con la que tiene relaciones complicadas, de querer robarle fieles. Por todos estos problemas, el Estado ruso aprobó la “Ley de Libertad de Conciencia”, que prohíbe toda actividad religiosa llegada del extranjero. Además, las organizaciones religiosas que no tengan más de quince años de vida, no gozan de derechos. Al contrario, deberán adherirse a las religiones ya existentes. No obstante, existen otros grupos religiosos como musulmanes, católicos, judíos, protestantes y budistas.
El Patriarca Kiril y la Rusia actual
El sucesor de Alexis II es el Patriarca Kiril, y tiene una posición condescendiente ante la Iglesia Católica Romana. Acepta que ambas iglesias tienen mucho en común en temas relacionados con la familia, el matrimonio, el bautismo, el nacimiento y la defensa de los valores cristianos. Y no descarta la posibilidad de un encuentro con el Papa Benedicto XVI. Haciendo votos de su santidad, el Metropolitano Kiril ha bendecido públicamente la candidatura de Vladimir Putin al poder por tercera vez. Envió, a su futuro gobierno, el poder de Dios para que gobierne como el Creador manda. Solamente de esta manera, la Iglesia y el Estado se fusionan. A Putin, le cayó la bendición del cielo, a pesar de no ser un buen hijo de Dios, tomando en cuenta su pasado desde que era encargado de comprar alimentos para el pueblo ruso. El 8 de febrero del año en curso, en medio de elecciones y protestas, Putin y sus colegas más cercanos atraviesan una crisis. Se pone en tela de juicio el culto a la personalidad, se habla de libertad política, y un segmento de la sociedad acusa a Putin de ser el nuevo zar de Rusia. En estas precarias circunstancias, Putin, como llamado por Dios, acude al Patriarca Kiril. Nuevamente se pronuncia el líder religioso con las siguientes palabras: “Los años que ha gobernado Putin son un milagro de Dios”. Este encuentro causa indignación en ciertos grupos de la sociedad. Y como resultado, el 21 de febrero estalló un gran escándalo cuando las integrantes del grupo feminista punk “Pussy Riot”, cantaron una plegaria en la Iglesia ortodoxa moscovita de Cristo Salvador, la más importante del país. “Mierda santa” era el título de la plegaria, en la cual pedían a la Virgen María alejar a Putin del poder. Ridiculizando así, con sus máscaras, sus gestos y su lenguaje primero: al encuentro de Putin con el Patriarca Kiril y después a la Iglesia y sus creyentes. Hecho que volteó el vaso de tolerancia de Putin, del Estado y del clérigo. El sacerdote ortodoxo, Vsevolod Chaplin, dijo al periódico “Novoje Vrenya”: “La Iglesia no se puede separar del Estado como lo hace el pueblo”. Y condenó severamente la actuación del grupo “Pussy Riot”: “Esto es una infracción que va en contra de la ley más importante de Dios. El pecado se paga con la muerte”. Sin embargo, los creyentes ortodoxos están divididos. Unos abogan por una larga condena. Mientras que otros son más benevolentes en su forma de juzgar. En cualquier caso, las integrantes del grupo feminista, Nadezhda Tolokónnikova, Yekaterina Samutsérich y María Aliójina, fueron condenadas a dos años de prisión por “gamberrismo motivado por un odio religioso”. Putin, el Estado y la Iglesia lograron su cometido.
Conclusiones
La doctrina ortodoxa, desde el Imperio Bizantino y con todos sus ingredientes, ha tenido un gran impacto en la sociedad rusa. El universo de religiosidad que emiten los íconos es una luz divina de un mundo diferente al que vivimos y que, además, está sujeto a leyes que prácticamente no obran en el nuestro. Pero a pesar de ello, el creyente anhela la armonía de ese mundo celeste más justo. La oración borra todo vestigio de oscuridad. Y todos los Patriarcas que han pasado por la Iglesia rusa durante su existencia, pese a un período largo de estancamiento, han pregonado una verdad de orden más elevado, para que los fieles vayan por el camino correcto. La política y los gobernantes se han inmiscuido en los asuntos de la Iglesia para ganar determinados privilegios. En este contexto, la actuación de las tres muchachas feministas, del grupo “Pussy Riot” en la principal Catedral de Moscú, fue ingenua y poco inteligente. La modernidad hereda los valores éticos y morales del pasado. Pero como contrapunto, hay seres humanos que, valiéndose de la subjetividad individual, no quieren adaptarse a los principios del pasado; porque no encuentran fundamentos racionales. ¡Inútil dictar teorías morales universales!
Durante la Edad Media, el pecado se pagaba con la muerte, exactamente como afirma el religioso Vsevolod Chaplin. Si bien las tres integrantes del grupo “Pussy Riot” no pagaron “su pecado” con la muerte, pues estamos conscientes de que el concepto bizantino “de sinfonía”, sigue vigente en la Rusia de hoy.
(c) Javier Claure C.
*escritor boliviano radicado en Suecia
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nota de la editora: la fotografía que ilustra el ensayo y éste han sido enviados por el autor Javier Claure C., el ensayo se publica con la autorización del autor.