Marita había pasado una noche de perros, casi sin dormir.
Primero fueron los duendes, o los fantasmas, esos que andan por la cocina y abren las puertas de los armarios para que de pronto salte algún paquete de fideos secos, de arroz o de galletitas y se estrelle en el piso.
El susto por el ruido no pasa a mayores pero la desvela.
Es entonces cuando se pone a pensar temas para un cuento, o le aparecen, se le ocurren, alguien, no sabe quién, le dicta al oído:
Etelvina, la araña dañina, La guerra twittera, o La soledad de los trapos.
Cualquier título viene bien para empezar a escribir.
leer:
https://archivosdelsurnarrativa.blogspot.com/2024/05/desarme-araceli-otamendi.html
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