(Buenos Aires )
Nos conocíamos desde que nuestros hijos compartieron el jardín de infantes. Ella tenía tres hijos y yo dos. Una hija de ella y un hijo mío compartían la salita del jardín. Así, nos veíamos a diario, tomábamos café, íbamos a la casa de una o de la otra, porque los chicos jugaban.
Habían pasado los años y nos volvimos a encontrar en otra escuela. Otra vez nuestros hijos compartían aula. Ella tenía un bebé en los brazos, era un niño pequeño, no tendría un año todavía.
Entonces se me ocurrió preguntarle: ¿y qué tal? ¿cómo están tus hijos? Su cara se ensombreció. Bajó la mirada y me dijo: una está en la facultad y el otro… se quedó callada.
La miré, la miré a los ojos interrogándola. Entonces recibí la respuesta: - Se fue a Barcelona, hace años. No sé nada.
No supe qué decirle. No tenía palabras. Ella dijo entonces: no sabemos nada, ninguna explicación, ningún llamado.
Seguimos hablando, de otras cosas. La mirada de ella había cambiado, estaba seria. Tenía el bebé en los brazos pero una sombra atravesaba su cara.
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