María Esther de Miguel |
La Tera - Living - foto:(c) Araceli Otamendi archivo: Araceli Otamendi |
La Tera (interior, planta alta, escritorio de María Esther de Miguel) foto:(c) Araceli Otamendi - archivo: Araceli Otamendi |
(Buenos Aires)
Con motivo de cumplirse el 10 aniversario de la partida de la querida escritora argentina María Esther de Miguel el 27 de julio, quien nació en Larroque, Provincia de Entre Ríos, se publica este texto de Analía Viviana Duarte, coordinadora de Cultura de la Municipalidad de Larroque, sobre La Tera, la casa de María Esther que donó a ese municipio:
Un viaje hacia el interior de La Tera
Los libros. Abrirlos es como
descubrir la clave secreta del candado de la fantasía. Recorrerlos, es un viaje
que no termina en la última página, que no se agota al cerrar los ojos. Es una
travesía que se inicia por algún hecho singular y nos mueve toda la vida tras
la sorpresa de las palabras.
Suspenderse
entre el verde del paisaje y el azul del horizonte es un ritual casi mágico que
puede experimentar quien visite “La
Tera ”. Entornar la mirada sólo unos minutos permitirá
absorber el poder sonoro de la naturaleza y, quizá, aunar el alma en una sola
dirección: el silencio.
Pero
no todo es la vida natural que rodea la casa.
Adentro,
entre las paredes claras y la luz urgente, existe un mundo poblado de hojas que
custodian el reflejo de la mirada de su antigua propietaria.
Sus
pasos pueden adivinarse en la escalera que tantas veces habrá elevado su cuerpo
menudo hacia la inspiración.
Dobleces
en las páginas delatan caminos que nos encuentran fascinados al palpar su
firma, sus notas, su trazo.
Y
allí mis ojos encontraron, en la imponente biblioteca, el libro de Eduardo
Galeano “Memorias del Fuego I. Los nacimientos”, en el que el autor recoge la
memoria de los pueblos latinoamericanos.
Por
una costumbre que quién sabe a qué obedece, miré –como lo hago con cada libro
que tomo- la última página del ejemplar. Allí pude ver que fue impreso en mayo
de 1994, lo cual aparecía al pie de la página. Al dejar en blanco el resto de
la hoja, se transparentaron unos trazos en la carilla siguiente que estimularon
mi curiosidad. Torné la página y mi mirada se fue confundiendo entre las líneas
rápidas y fugaces, nacidas tal vez de un rapto de inspiración de María Esther.
La
emoción del primer momento –por el valor que encierran los manuscritos- dio
paso al asombro cuando la razón asimiló el contenido de lo que estaba leyendo:
“contrapunto de tambores en la batalla”, “como Colón, que buscando el levante
encontró el poniente, Manuel va sabiendo…”.
Manuel.
El
nombre detuvo la lectura.
El
tiempo descansó mientras la asociación fue directo a la memoria: “Las batallas
secretas de Belgrano”. ¡Así era! Manuel Belgrano, el protagonista de la
conmovedora novela de María Esther del año 1996. Ávidamente, continué hurgando
entre los trazos y confirmé la sospecha: “Esa noche, como Bernal Díaz del Castillo
en México, Manuel, en Tacuarí, escribe el parte de la batalla sobre un tambor”.
¡Qué
emoción! Cualquiera que guste del arte sabe del aura que encierra lo original,
del aquí y ahora que emana del encuentro con el nacimiento de la obra, con la
pincelada de las ideas.
En
esa tímida página al final del libro pude hallar quizá el comienzo de la
novela, quizá nuevas ideas que enriquecieron la trama de la historia. Quizá
pude descubrir un poco los caminos de creación de María Esther, imaginarla
improvisando frases que hilvanaron su pensamiento. Tomarla como maestra.
Vuelvo
a mirar los escritos de su mano, me asomo al tiempo que me traen las frases
guardadas en la última página del libro de Galeano “Memoria del fuego I. Los
nacimientos”.
Los
nacimientos, ¡qué oportuno!
Ella,
reposa entre el follaje de su casa y puedo preguntarle: ¿Así fue, María Esther?
(c) Analía Viviana Duarte
Larroque
Provincia de Entre Ríos
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