Reflexiones sobre la literatura en el mes del escritor
Por Lucas Ameri*
Pero para uno de estos hombres la caza había sido un fracaso.
Cuando llega su turno, no tiene proezas para contar.
Entonces decide inventarlas. Miente una cacería imposible.
El nacimiento, Vicente Battista
Es imposible explicar la literatura, la misma se explica por sí sola, más cuando la misma hace referencia a la escritura como el acto que la sobrevive. Me pregunto entonces, ¿cómo hablar de la escritura sin hacer literatura? No se puede. Hagamos literatura.
Una noche, la más pequeña de mis hijas me levantó a las tres de la mañana interrumpiendo un merecido descanso. Sin discernir aún la realidad del sueño, me mandó una pregunta que si lo pensamos se remonta a los orígenes de nuestra historia, quizás, al primer pensamiento que se haya llenado de tinta y papel: me preguntó para qué servía la literatura. Me preguntó para qué escribía, “…si eso, me dijo Eduardo, no le da de comer a la familia”.
Fui escueto y cruel: le señalé su pieza y le dije que volviera a ella.
Por la mañana, mi vigilia ya había olvidado el incidente pero, en plena cepillada de dientes, ella volvió a la carga. Esta vez mi ignorancia repitió la misma estrategia: le contesté que se apurase y se vistiera para la escuela. “…pero Eduardo…” – me dijo. “No importa” –interrumpí, “le voy a escribir un cuento a ese Eduardo y metéle que llegamos tarde”.
Caminamos en silencio las cuadras atiborradas de ruidos de motores y palabras anunciando la histeria matutina. Cuando llegamos a la escuela, ella quedó plantada en la entrada, negándose a entrar. Le pregunté qué le pasaba, me contestó que si yo le respondía la pregunta, ella me iba a dar algo a cambio.
Tuve que admitir mi ignorancia, y le dije que realmente no sabía para qué servía, pero -fui un tramposo- que eso valía como respuesta, así que esperaba lo mío.
Ella se rió y me respondió que no tenía nada, pero que ya había entendido. “¿Qué cosa?” -le pregunté. “Eso, lo de la literatura, para qué sirve”. Con cierta sorna le pedí que me revelara su descubrimiento. “Para hablar del silencio” -me respondió; y antes de que mi rostro expresara algún tipo de asombro, me dio un beso y se fue cantando hacia el interior de la escuela.
Resistencia, junio de 2009
*Lucas Ameri es escritor, editor y tallerista de la Dirección Letras del Instituto de Cultura
(enviado por Susana Szwarc)
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