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martes, 15 de febrero de 2011

Julio Cortázar en la Tradición Literaria Argentina

(c) Alicia D´Amico




(Buenos Aires)


El 12 de febrero de 1984 murió Julio Cortázar. 

En un nuevo aniversario de su muerte, recordamos su literatura en un fragmento de la conferencia Acerca de la Tradición Literaria Argentina, en la Biblioteca Nacional de Chile:


Julio Cortázar en la Tradición Literaria Argentina*

El escritor Antonio Tabucci dice: "Creo tener algo común con Cortázar, que quizá sea la búsqueda de lo fantástico en lo cotidiano". Y sigue diciendo: "Creo que es un reto aplicar lo fantástico a lo cotidiano porque normalmente lo cotidiano es banal, aburrido, previsible". Tal vez ese sea uno de los motivos por los que la literatura de Cortázar siga fascinando.
"Julio estaba admirablemente instalado en su propia palabra, palabra siempre apropiada" dice Saúl Yurkievich. "Hablaba con serena fluidez, con amena gracia y con justeza extrema. Hablaba como quien ve claro y cuyo pensamiento coincide sincrónicamente con la palabra enunciada. Julio estaba admirablemente instalado en su propia palabra, palabra siempre apropiada.
Cortázar parte de la literatura tal como la define Borges, como quimérico museo que conjuga la retórica y la magia para transmutar la vivida maraña, la del vivir inmediato, en metáforas y mitos arquetípicos, aptos para siempre y por doquier. Como Borges, asiduo lector de la biblioteca de Babel, o como Lezama Lima, bibliográfo voraz de la de Alejandría, Cortázar también da cuenta de su universal bibliofilia".
Cortázar colaboró en la revista Sur, donde también escribía Borges. Fue tan activo productor como traductor, tradujo a Poe, Defoe, Gide, Giono, Keats, Yourcenar, Chesterton. Cortázar, sigo citando a Yurkievich, concibe el cuento como autogénesis, como maquinación reglamentada, que se concentra en una narratividad autónoma. Cortázar acata la cerradura autárquica del cuento, la practica ortodoxamente. Aprovecha la ilusión realista para crear una relación de confianza psicológica por el inmediato funcionamiento de los mecanismos de la identificación y de seguridad semántica por la proximidad entre mundo narrado y mundo del lector. Cortázar consuma la simbiosis entre la condensada dramaturgia del cuento propiamente dicho y lo fantástico como oscilación irresoluta entre la causalidad convenida y otra indiscernible. Si bien la cuentística es la obra vertebral de Julio Cortázar, la más asidua, la más prolífica, no es la producción propiamente cuentística la que nos permite conocer a Cortázar, dice Yurkievich. La apertura al mundo multívoco, a la polifonía exterior  o a la palabra proliferante se realiza a través de otras obras de su narrativa: "Historias de cronopios y de famas", "La vuelta al día en ochenta mundos", por ejemplo. Tampoco hay que olvidarse de "Rayuela" su novela más famosa, o de "62 Modelo para armar". "Cortázar encarna todas las metamorfosis de ese genio proteiforme que llamamos literatura. Cortázar, es en cierto modo, toda la literatura" concluye Yurkievich. 

 (c) Araceli Otamendi

*Araceli Otamendi, fragmento de la conferencia Acerca de la Tradición Literaria Argentina, Biblioteca Nacional de Chile

fotografía de Julio Cortázar: Alicia D´Amico - Archivo: Alicia D´Amico

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