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jueves, 10 de febrero de 2011

La escritura y el compromiso con la maternidad II


(c) Araceli Otamendi


(Montevideo)Magda Lago Russo

Desde adolescente, prevaleció en mí el deseo de escribir, mis primeros escritos fueron poemas, intercalados con mis estudios secundarios y terciarios. Ejercí mi carrera de Químico Farmacéutica y me casé.  Por entonces, el cuaderno de escribir en un cajón era el llamador para volver a apuntar todas las sensaciones y los pensamientos que se habían agolpado durante un tiempo en mi mente.  Tuve dos hijas  y el destino me ofreció la carrera más maravillosa, la de ser madre. Una asignatura donde día a día se va aprendiendo, somos casi autodidactas, no hay academias ni institutos que la publiciten.
Con consejos de nuestros mayores y alguna lectura que otra de un libro “especializado”, vamos formando nuestro  currículo maternal, que en mi  se enlazaba al cuaderno presente cuando alguna hora “libre” era anunciada por el reloj. Un día lo hijos ya jóvenes, buscan sus propios horizontes y de pronto, aquel que nos mantenía despierto toda una noche, hoy nos despierta, para anunciarnos que volvió de una fiesta. Mis obligaciones fueron menguando,  era el momento de dedicarme por entero al oficio de escribir, sin mirar el reloj. Traté de capacitarme,  no quería ser una escritora para mí, deseaba que otros pudieran identificarse con mis historias o disentir con mis pensamientos.
Fui co–fundadora de un Taller de Creatividad Literaria que se llamó “La Aventura De Escribir. La “aventura” consiste en romper resistencias y miedos, aprendiendo a transformarlas en materia literaria. Una palabra desencadena otras, las palabras se unen, se enlazan entre sí dando lugar a la frase, naciendo así una historia.
Concurrí a talleres literarios  para aumentar mis conocimientos  (siempre fui una buena lectora).
Hoy siento que la “Aventura de Escribir” se va cumpliendo  teniendo presente el pensamiento de Cervantes.
“Procurad que leyendo vuestra historia, el melancólico se muera de risa, el risueño la acreciente, el simple no se enfade, el discreto se admire de la invención, el grave no la desprecie, ni el prudente deje de alabarla.”         
              


(c)Magda Lago Russo
Montevideo - Uruguay

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